(Remember the Soul?, artículo de Elaine Aron traducido del sitio Psychology Today.)
Hubo un tiempo en que la psicoterapia se ocupaba de expandir la consciencia del paciente y de ayudarle a encontrar significado a su vida. Después, en los años 70, sucedió un cambio. Los psicólogos tuvieron que cambiar sus métodos para que pudieran actuar como los médicos psiquiatras (con los que de alguna forma empezaban a competir): necesitaban tratamientos específicos y preferiblemente breves con indicadores claros del proceso de curación.
Hoy en día, se considera una buena terapia aquélla que es breve, enfocada en el diagnóstico, estandarizada y basada en la evidencia, todo lo cual conduce a la terapia cognitivo-conductual. No plantearlo así se consideraría incluso poco ético. Y sin embargo, recientes estudios demuestran que esto no necesariamente es cierto.
Sigue existiendo aún otro tipo de terapia: más pausada, enfocada en las emociones, en el pasado, especialmente en los vínculos afectivos durante la niñez; no hay agenda, se anima a los pacientes a que hablen de lo que quieran, incluyendo los sueños; se exploran los intentos de evitar los pensamientos angustiosos; hay un interés por los temas recurrentes y los patrones de comportamiento; se hace hincapié en las relaciones. Es decir, es una terapia en profundidad, explorando el subconsciente, algo que constituye un anatema ahora mismo en la psicología clínica.
La terapia cognitivo-conductual es en cualquier caso un excelente lugar desde el que empezar el tratamiento y para muchos puede que sea suficiente. Es del tipo "de arriba a abajo", empleando el córtex cerebral para controlar las partes más profundas y primitivas del cerebro, aquellas que producen las respuestas emocionales, algunas de las cuales no queremos. La mayoría de los métodos de autoayuda son también "de arriba a abajo", pidiéndonos que repitamos autoafirmaciones o que nos enfoquemos en lo positivo. Pero este enfoque a veces falla, principalmente cuando el problema se originó a una edad temprana en la vida. (Los vínculos inseguros provenientes de la infancia afectan al 40% de los adultos.)
Cuando la autoayuda o las terapias cognitivo-conductuales no funcionan, muchas personas se culpan a sí mismas por no utilizar bien estos métodos. Pero lo cierto es que a algunos les iría mejor el enfoque "de abajo a arriba", el cual descubre las emociones abrumadoras que han sido disociadas. Muy dentro nos encontraremos seguramente con el sentimiento de infravaloración de nuestro propio ser, que a menudo nos disuade de aproximarnos a experiencias que podrían hacernos revivir el trauma original. Cambiar estas respuestas defensivas puede requerir años de una relación terapéutica consistentemente amable y segura. Puede que cueste tanto como una educación universitaria pero para algunos podría tener un efecto mucho mayor, tanto en sus ingresos como en felicidad, la suya y la de sus hijos, y la de los hijos de sus hijos.
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