21 de septiembre de 2016

¿Qué fue del alma?

(Remember the Soul?, artículo de Elaine Aron traducido del sitio Psychology Today.)

Hubo un tiempo en que la psicoterapia se ocupaba de expandir la consciencia del paciente y de ayudarle a encontrar significado a su vida. Después, en los años 70, sucedió un cambio. Los psicólogos tuvieron que cambiar sus métodos para que pudieran actuar como los médicos psiquiatras (con los que de alguna forma empezaban a competir): necesitaban tratamientos específicos y preferiblemente breves con indicadores claros del proceso de curación.

Hoy en día, se considera una buena terapia aquélla que es breve, enfocada en el diagnóstico, estandarizada y basada en la evidencia, todo lo cual conduce a la terapia cognitivo-conductual. No plantearlo así se consideraría incluso poco ético. Y sin embargo, recientes estudios demuestran que esto no necesariamente es cierto.

Sigue existiendo aún otro tipo de terapia: más pausada, enfocada en las emociones, en el pasado, especialmente en los vínculos afectivos durante la niñez; no hay agenda, se anima a los pacientes a que hablen de lo que quieran, incluyendo los sueños; se exploran los intentos de evitar los pensamientos angustiosos; hay un interés por los temas recurrentes y los patrones de comportamiento; se hace hincapié en las relaciones. Es decir, es una terapia en profundidad, explorando el subconsciente, algo que constituye un anatema ahora mismo en la psicología clínica.

La terapia cognitivo-conductual es en cualquier caso un excelente lugar desde el que empezar el tratamiento y para muchos puede que sea suficiente. Es del tipo "de arriba a abajo", empleando el córtex cerebral para controlar las partes más profundas y primitivas del cerebro, aquellas que producen las respuestas emocionales, algunas de las cuales no queremos. La mayoría de los métodos de autoayuda son también "de arriba a abajo", pidiéndonos que repitamos autoafirmaciones o que nos enfoquemos en lo positivo. Pero este enfoque a veces falla, principalmente cuando el problema se originó a una edad temprana en la vida. (Los vínculos inseguros provenientes de la infancia afectan al 40% de los adultos.)

Cuando la autoayuda o las terapias cognitivo-conductuales no funcionan, muchas personas se culpan a sí mismas por no utilizar bien estos métodos. Pero lo cierto es que a algunos les iría mejor el enfoque "de abajo a arriba", el cual descubre las emociones abrumadoras que han sido disociadas. Muy dentro nos encontraremos seguramente con el sentimiento de infravaloración de nuestro propio ser, que a menudo nos disuade de aproximarnos a experiencias que podrían hacernos revivir el trauma original. Cambiar estas respuestas defensivas puede requerir años de una relación terapéutica consistentemente amable y segura. Puede que cueste tanto como una educación universitaria pero para algunos podría tener un efecto mucho mayor, tanto en sus ingresos como en felicidad, la suya y la de sus hijos, y la de los hijos de sus hijos.

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