31 de agosto de 2016

Cómo enseñar a alguien altamente sensible

Elaine Aron habla en este artículo sobre la manera en la que habría que enseñar a las personas altamente sensibles.
«Hace poco me encontré observando a una mujer, que parecía ser altamente sensible, a la que le estaban enseñando a nadar (o más bien, parecía estar siendo asustada, humillada y no enseñada a nadar). La escena me recordó a mí misma, a mis dificultades para aprender a nadar, año tras año, cuando era una niña. Hasta que finalmente pude aprender, gracias a una profesora muy especial. Y eso me hizo recordar todo lo que he aprendido desde entonces sobre la manera en la que se debería enseñar las cosas a los niños y a los adultos altamente sensibles.»
Al parecer, en su niñez Elaine Aron nunca aprendió a patinar, tocar un instrumento o incluso subir una verja. No aprendió a montar en bicicleta y a nadar hasta que tenía trece años. Aprendió a conducir por la insistencia de su madre, pero sabe de muchos altamente sensibles que tardan mucho en hacerlo. Para algunos, los problemas surgen en clase, con asignaturas en las que se ha de leer en alto o se comparte lo que se está haciendo con los demás compañeros. Luego están los deportes que implican la actuación delante de otros. Etcétera, etcétera.
«Los entornos en los que se enseña normalmente no son adecuados para nosotros. Y eso es porque somos fácilmente sobreestimulables, se produce una sobreexcitación nerviosa que nos impide aprender adecuadamente. Para los altamente sensibles hay un cierto número de cosas que están mal en la típica situación en la que otros aprenden sin problemas.»
Esto es lo que estaría mal en una situación típica de aprendizaje:

  1. El lugar es altamente estimulante (nuevo entorno, nuevo equipamiento, nuevo profesor). Además, está la estimulación propia de uno mismo, las cosas que imaginas que podrían ir mal.
  2. Normalmente hay un grupo involucrado, lo que añade la estimulación propia (quizá miedo) de ser observado al actuar de forma incorrecta y sentirse humillado. Incluso si es una lección privada, sigue existiendo un grupo de dos, tú y el capacitado profesor que por ello mismo puede volverse crítico contigo.
  3. La mayoría de los profesores se centran en corregir errores. Comparar alumnos entre sí, incluso comportándose de forma provocativa o burlándose del alumno en casos extremos.
  4. Lo que se quiere aprender ya es en sí mismo algo que da miedo o al menos algo que es incómodo. Las piscinas no son suficientemente cálidas para relajarse si no te estás ejercitando a fondo. Conducir un coche es inherentemente peligroso. La mayoría de los altamente sensibles tienen un saludable (sí, saludable) temor al agua, a caerse o a cometer errores en general. De niños nos dijeron una y otra vez que tuviéramos cuidado con una cosa y la otra: "ten cuidado de no caerte", "ten cuidado no te vayas a ahogar", "ten cuidado de no cometer un error". Así que cuidadosamente obedecimos estas advertencias de peligro hasta que llega el día en que se supone que las tenemos que olvidar. Así no hay manera.
Pero he aquí la vuelta: en las condiciones adecuadas, las personas altamente sensibles aprendemos rápido y bien. Primero observamos cuidadosamente y después lo hacemos una vez y lo hacemos bien. Detectamos incluso los pequeños errores y hacemos lo posible por corregirlos en la próxima ocasión. A menudo tenemos una muy buena coordinación motora una vez le cogemos el tranquillo.

Por tanto, ¿cuáles serían las condiciones adecuadas para enseñar a alguien altamente sensible?

  • Proporcionar un entorno familiar y poco estimulante. O mucho tiempo para habituarse al mismo, preferentemente observando el lugar y por supuesto sin avergonzar a la persona por necesitar hacer esto.
  • Proporcionar silencio. Los altamente sensibles necesitan cuanto menos estimulación extra, mejor, y mantener una simple conversación es una tarea extra en la que una persona sensible tratara de involucrarse y ser educada (o irritarse y después sentirse culpable por ello). A las personas altamente sensibles no les conviene el multitasking cuando aprenden. Cuando se le quiera hacer un comentario, parar la actividad y esperar hasta que el alumno parezca lo suficientemente calmado para escuchar.
  • Considerar la posibilidad de lecciones privadas. De esta manera puedes controlar mejor las condiciones y el progreso es a menudo tan rápido que el coste puede merecer la pena. Efectivamente, para la mayoría, aprender en grupo significa que la gente se ayuda entre sí y además un poco de competitividad puede acelerar el aprendizaje. Pero también puede ser desmoralizador cuando tus amigos aprenden y tú no. Y en las lecciones privadas puede ser útil que el profesor deje a solas al alumno (manteniéndose vigilante pero a distancia) para que éste experimente por sí mismo.
  • Tratar los miedos de forma creativa. De nada sirve decir "sé valiente". Elaine Aron aprendió a nadar con un instructora que supo tomarse en serio sus miedos. Meter la cabeza bajo el agua va en contra de todos los instintos. Elaine Aron estaba segura de que si lo hacía, le entraría agua por todos los orificios de la cabeza y se ahogaría. Así que su profesora le sugirió usar tapones y gafas para el agua. También tenía miedo a hundirse y entonces la instructora colocó monedas en el fondo de la piscina (poco profunda) para que tratara de recuperarlas. Descubrió que metiendo la cabeza y los hombros, la parte de abajo del cuerpo tendía a subir. De hecho, era complicado hundirse, y de esta manera pudo experimentar personalmente la flotabilidad natural que tantas veces había visto en los demás.
  • Nunca defraudar la confianza de un alumno asustado. Más de una vez Elaine Aron había sido sostenida sobre el agua por el instructor cuando, de forma imprevista, éste la soltaba para que sintiera por ella misma la flotabilidad del cuerpo. Pero, en consecuencia, la niña ya no podía confiar en esos brazos nunca más. La profesora que realmente la ayudó, la sostenía durante tanto tiempo como Elaine quería y era siempre decisión de la alumna el que la soltara.
  • Felicitar cuando se hace bien. Y decir muy poco sobre los errores. Los altamente sensibles saben lo que hicieron mal, a menudo mejor que el propio profesor. Pero incluso si no lo saben, aprenderán mejor haciendo más de lo que hicieron bien que tratando desesperadamente de no cometer los errores por los que fueron criticados.
  • Corregir de la manera más suave posible solamente si dichas correcciones parecen necesarias. Una corrección cada vez y preferiblemente una por lección. Antes, hacer varios comentarios positivos que sean sinceros. Si después se aprecia que el alumno se viene abajo (se ha sentido criticado, avergonzado) tratar de sanar ese sentimiento antes de seguir adelante con la lección.
  • Si el alumno no se está esforzando o se enfada, descubre por qué. No hay que presuponer que es un problema de personalidad del alumno. Elaine Aron dice que ella fue criticada a menudo por ser perezosa y no practicar, o le decían que tenía mal genio cuando se enfadaba. En realidad estaba tan frustrada que no soportaba intentarlo más veces. A veces, lecciones más cortas pueden ser la solución.
  • Si el alumno llora, espera a que pase. No te sientas culpable o hagas sentir vergüenza al alumno. Si no sabes por qué llora, se le puede preguntar con delicadeza. Y después decirle algo como "sí, yo también lloro cuando me siento frustrado (o avergonzado, o lo que sea). Mucha gente lo hace. No te precupes por llorar". Si quiere dejarlo o parar un rato, acéptalo.
  • Cuando el alumno está desanimado, describe una experiencia similar propia en la que te sentías abatido, a punto de abandonar o enfadado, y cómo lo superaste. La vergüenza desaparece cuando dejamos de sentirnos como que somos las peores personas en el planeta.
  • Manten al alumno en su estado óptimo de excitación nerviosa. No aprenderá nada si está sobreestimulado. Es fácil de ver cuándo puede estar así: manos que tiemblan, rubor en la cara, voz temblorosa, a punto de llorar, o estando irracionalmente enfadado. Parar la lección cuando esto suceda. A veces no se pasará hasta que el alumno lo haga bien una vez. Hay que recordar que el malestar emocional es la mayor fuente de excitación durante la lección y el profesor debe saber calmar y dar confianza al alumno. Cuando las cosas van mal, es siempre un problema que ha de resolver el profesor. No tomárselo a la defensiva, demostrar al alumno que uno puede también cometer errores, admitirlos y seguir adelante.
  • Terminar cada sesión con una nota positiva y hablar sobre el progreso general y el proceso de aprendizaje. Si las cosas no progresan, explicar por qué parecen estar así. En otras palabras, explicar sobre los subidones y los bajones que se producen en el proceso de aprendizaje. Los altamente sensibles son a menudo tan perfeccionistas que se desaniman fácilmente. Tienen que aprender a ser amables consigo mismos cuando están aprendiendo y cuando cometen errores. Pero tampoco tiene sentido en ser duro con uno mismo por haber sido duro con uno mismo. Toda persona altamente sensible tiene dificultades en tolerar los errores, es parte del rasgo, pero tiene que ser equilibrado con la realidad, y es que aprender lleva tiempo.

Elaine Aron dice que estas recomendaciones pueden parecer destinadas a personas con enormes problemas emocionales pero ella cree que son beneficiosas para cualquier persona altamente sensible, incluso las más sanas emocionalmente.
Con tiempo, los altamente sensibles son generalmente muy buenos en todo lo que hacen. Pero necesitan que se les enseñe de manera diferente.


(Extraído de Teaching HSCs And HSPs to Swim, Drive or Anything Else del sitio The Highly Sensitive Person.)

28 de agosto de 2016

Sobre la vergüenza

Elaine Aron se siente fascinada por la emoción a la que llamamos vergüenza. En este artículo hace una reflexión acerca de ella.
«La vergüenza es una emoción dolorosa, al igual que el miedo o la tristeza. Pero quizá la vergüenza sea la más dolorosa de ellas porque se registra en el cerebro como un dolor físico severo.»
De hecho existen estudios que demuestran que el dolor emocional activa las mismas partes del cerebro que un dolor físico.
«La vergüenza es una emoción social, al igual que la timidez (el miedo social), la culpa o el orgullo. Las emociones sociales solamente se pueden sentir cuando estamos rodeados de gente (o al menos lo estamos en nuestros pensamientos).
»Cada emoción provoca expresiones faciales y movimientos característicos del cuerpo. Se puede deducir que alguien está sintiendo vergüenza cuando quiere esconderse, desaparecer, incluso morirse ("tierra trágame"). En esos momentos la persona se percibe a sí misma como alguien horrible. El avergonzado baja la cabeza y no puede mirar directamente a los ojos porque siente que no vale nada. Incluso si quisiera disimularlo no podría, puesto que el rubor facial lo delata. La vergüenza causa la sensación de que somos insoportablemente defectuosos y ello provoca automáticamente una bajada en la autoestima. Sentimos la derrota. Nos sentimos humillados. Aceptamos nuestro rango inferior y permanecemos allí, contentándonos con no ser rechazados.
»La vergüenza sirve para que nos mantengamos en buenos términos con el grupo ya que nos castiga con su dolor si hacemos algo que (suponemos) se desvía de las normas. Es tan dolorosa que después de la infancia no suele ser necesario que nadie nos la haga sentir, ya que nosotros mismos nos la infligimos ante la expectativa de que nos pillen en falta.»
Desde el punto de vista evolutivo la vergüenza fue importante ya que nuestra supervivencia dependía del hecho de ser admitidos en la tribu (sin su protección, se estaría condenado a morir a manos de los depredadores). La vergüenza seguramente ha posibilitado la cohesión y desarrollo de las sociedades humanas y sin embargo un exceso de la misma puede resultar un obstáculo para el desarrollo normal del individuo. Sobre todo en estos tiempos. La razón es que hoy en día, las personas pertenecen a múltiples grupos sociales y la vergüenza es una emoción instintiva que a menudo no sabe discriminar situaciones.

Por ejemplo, experimentar una vergüenza excesiva pudo servir para sobrevivir a una niñez en la que fue necesario ser aceptado en el primer grupo fundamental al que se pertenece: la familia. Es la base de la educación emocional de los niños, a los que dicha emoción ayuda en su aprendizaje de las normas básicas de convivencia. Pero si por algún motivo ese niño interiorizó excesivamente y quizá erróneamente el sentimiento de vergüenza, después, a lo largo de su vida, dicha vergüenza puede ser sentida en grupos y circunstancias totalmente distintas, causando numerosos trastornos.
«La culpa es más leve, más suave, porque con ella uno siente que ha hecho algo malo, no que uno es intrínsecamente malo. Con la culpa uno sabe que puede arreglarlo o tener la esperanza de ser perdonado, y aunque ello no suceda, la culpa no tiene un sentido tan irrevocable y rotundo como la vergüenza.
»Estoy convencida de que las personas altamente sensibles somos más propensas a la vergüenza porque sentimos las emociones más intensamente. El rasgo que nos motiva a ser más cautos y a observar antes de actuar es el que nos hace ser más sensibles a la vergüenza. Estamos más atentos a todo lo que podría causarla en nosotros e inhibimos cualquier impulso que pudiera desembocar en ella.
»Las personas altamente sensibles también se han podido ver más afectadas por una educación imperfecta durante la infancia, en la que el niño fue sometido por medio de la vergüenza en lugar de aprender a distinguirla de la culpa. Una misma circunstancia pudo provocar el sentimiento de culpa en un niño, mientras que en el caso de uno altamente sensible pudo causar vergüenza, especialmente si los padres reaccionaron sin mucho cuidado. Los niños también sienten vergüenza cuando no se les atiende debidamente, se les deja solos demasiado tiempo o sencillamente no se sienten queridos. Puede no ser lógico pero lo cierto es que en estos casos, sentir vergüenza (sentir el dolor que dicha vergüenza provoca) motiva a los niños a eforzarse para lograr el cariño y el cuidado que necesitan.»
Al ser la vergüenza tan dolorosa, la gente raramente la siente pues hace todo lo posible por evitarla. Existen para ello ciertos mecanismos de protección: culpamos a los demás ("Yo no hice nada malo, fue culpa suya"), minimizamos nuestra implicación ("En realidad no estaba intentándolo"), decimos que no nos importa lo que piensen de nosotros, etcétera.
«Las personas altamente sensibles utilizamos autoprotecciones como culpar a los demás, minimizar nuestra responsabilidad, etcétera, pero sobre todo, lo que hacemos es adaptarnos a lo que es normal en el grupo para de este modo ser aceptados y alejar la posibilidad de sentir vergüenza. Tratamos de ser perfectos, no cometer errores, siempre somos generosos. Nos esforzamos más de lo que correspondería, para triunfar o para que al menos nadie pueda decir que no lo hemos intentando. Pero este comportamiento a menudo conduce a vidas demasiado restringidas. Dejamos de ser espontáneos y no nos arriesgamos en las relaciones. No alcanzamos a hacer cosas que quizá nos harían felices.
Pero así, al menos, evitamos la vergüenza...
»Casi todos los consejos que se dan sobre cómo superar los problemas y vivir mejor tratan en el fondo de superar el miedo a la vergüenza. Te dicen: "empodérate", "consquista tus miedos", "quiérete más", "aumenta tu autoestima", "supera la timidez". Y cuando no lo conseguimos, ¿sabes lo que sucede? Que sentimos vergüenza. 
»El fondo del problema no suele ser considerado y entenderlo puede que sea un buen modo de comenzar a tratar los problemas de sentir una vergüenza innecesaria. Se trata de buscar el origen de esas vergüenzas porque a menudo siguen acompañándonos durante toda la vida. ¿En qué circunstancias la sentimos más intensamente y quién nos la hace sentir? Considerar cómo hemos organizado nuestra vida para evitar hacer ciertas cosas. Qué partes de nosotros han sido desconectadas. ¿Tu parte animal? ¿Tu parte creativa? ¿La parte de ti que sabe qué es lo que necesitas para ser feliz? ¿La parte que cuida de tu dignidad como persona?
»En cualquier caso es interesante volvernos más conscientes sobre la vergüenza y lo poco razonable que es a menudo, o lo condicionada que está por una cultura que quiere algo de nosotros. Quizá al envejecer y hacernos más sabios podamos dar a la sociedad, a los grupos de los que formamos parte y a aquellos críticos de nuestro pasado que aún siguen con nosotros, buena parte de lo que nos piden pero sin sacrificar completamente nuestra alma y nuestra vida.»

(Extraído de Highly Sensitive People and Shame del sitio The Highly Sensitive Person.) 

24 de agosto de 2016

Sobre el dinero

En este artículo Elaine Aron se ocupa de la relación que puede tener con el dinero una persona altamente sensible.
«Los estudios dicen que para ser feliz la gente necesita que sus necesidades básicas estén cubiertas. Una vez conseguido esto, la felicidad depende más de la habilidad de cada cual para apreciar los placeres cotidianos y para ello la alta sensibilidad puede resultar beneficiosa. Yo creo que las personas altamente sensibles se arreglan mejor en situaciones de poco dinero aunque también sufren más si no tienen el suficiente. Por otra parte la preocupación por no saber si se dispondrá de dinero en el futuro es sin duda peor que el hecho mismo de no tenerlo llegado el momento».
Comenta que durante dos décadas vivió con los suyos sin mucho dinero y que resultó muy sencillo. Fue su elección y con un poco de imaginación conseguían la mayor parte de las cosas que querían. Durante los últimos años ha tenido más medios y efectivamente ahora se permite otras comodidades pero en lo fundamental nada ha cambiado. A Elaine Aron no le impresionan los lujos ni las vacaciones y tampoco le gusta ir de compras. Dice que en el tema de vivir con poco las personas altamente sensibles tenemos claramente ventajas.
«Para empezar, si alguna vez tuvimos dinero, ahorramos gran parte del mismo por si acaso. A menudo estamos ya acostumbrados a ingresos bajos al elegir trabajos significativos en lugar de los lucrativos. Algunos hemos probado a cambiar los términos al tratar de favorecer el dinero pero vimos que no funcionaba. Quizá no hemos trabajado siempre debido a los problemas relacionados con la sensibilidad y el estrés. Creo que podemos entender mejor que otros que simplificar la vida puede ser una bendición. La espiritualidad (acompañada de la tranquilidad y la naturaleza) puede ser importante. La pobreza formaría parte del camino porque nos permite concentrarnos en lo importante».
Para ir tirando con poco dinero hay que elegir bien. Un lugar tranquilo en el que vivir (ante la dificultad de encontrarlo, el alquiler puede ser una buena opción), el seguro médico es importante, la comida saludable es más barata si se dedica tiempo a la cocina. Las personas altamente sensibles necesitamos descanso pero hoy en día los trabajos mejor pagados son de tipo 24/7 de manera que puede ser mejor algo que esté más delimitado, trabajar por tiempo determinado o hacerlo como autónomo. Necesitamos hacer algo significativo y el voluntariado puede ser una posibilidad.
«Lo que no nos permite estar tranquilos con unos ingresos bajos es probablemente la envidia y el miedo. La envidia se puede apaciguar valorando lo que te importa a ti y mirando al conjunto completo de las vidas de la gente con más dinero que tú. En esto puede ayudar que no envidies a los que no son altamente sensibles, quienes puede que estén más del lado materialista de la vida, con menos capacidad de entretenerse con su vida interior. Por otra parte el miedo puede ser más complicado de gestionar porque damos vueltas a todas las posibilidades cuando pensamos sobre el futuro. Aquí quizá habría que hacer el ejercicio de analizar los riesgos de manera más templada.
En realidad deberíamos dar un paso atrás de la sociedad en la que vivimos. Porque estamos inmersos en una cultura consumista que no deja de bombardearnos con lo que deberíamos querer. No existen anuncios que digan: "Disfruta más de la naturaleza; es gratis". O bien: "No necesitas nuestro nuevo modelo, el que te llevaste sigue estando bien". Peor aún, nos dicen lo que deberíamos temer. Los seguros que son indispensables para protegernos de todo peligro.

Quizá la siguiente cita de Thomas Merton (un monje católico que fue también escritor) es el mejor anuncio para otro tipo de vida.
Hay esperanza, porque siempre hay gente que se atreve a buscar en los márgenes de la sociedad, que no dependen de la aceptación de la sociedad, no dependen de la rutina de la sociedad y prefieren la existencia de flotar libremente aceptando el riesgo. Entre esta gente, si son fieles a su propia llamada, a su vocación, la comunicación en el nivel más profundo es posible. Y el nivel más profundo de comunicación no es comunicación sino comunión. Está más allá de las palabras, del discurso y de los conceptos. No es que descubramos una nueva unidad. Descubrimos una que es vieja porque ya somos uno. Pero imaginamos que no lo somos y lo que tenemos que recuperar es nuestra original unidad. Lo que tenemos que ser es lo que somos.
Elaine Aron termina el artículo diciendo que como nosotros, los altamente sensibles, ya estamos un poco en los márgenes de la sociedad, este planteamiento puede ser una dirección válida en la que movernos. Una dirección en la que menos es más, y ese más merece la pena ser buscado.

(Extraído de For Some HSPs Less Can Be More del sitio The Highly Sensitive Person.)

21 de agosto de 2016

Una vida llena de significado es saludable

En este artículo se comenta que es más saludable vivir una vida llena de significado que una vida llena de placer.
«A menudo oigo a personas altamente sensibles preguntarse por qué, comparados con los demás, se preocupan tanto por el significado de la vida, los problemas del mundo y su papel en aliviarlos. Las personas altamente sensibles a menudo sienten que tienen que ayudar. ¿Por qué, se preguntan, parecen estar negados para la vida inconscientemente feliz de la que otros parecen disfrutar?
»A veces he contestado lo que decía Aristóteles, que el mayor placer viene de la eudemonía, que es el placer de hacer lo que estás destinado a hacer, en oposición al hedonismo, el placer proveniente del puro placer, como la comida, el sexo o relajarse en un lugar bonito. No es que éstos sean malos pero según Aristóteles, añadir la eudemonía es lo que hace que la vida sea buena porque practicándola nos realizamos atendiendo a nuestra vocación y nos convertimos en nosotros mismos.
»Las personas altamente sensibles no suelen tolerar el trabajo que es solamente para ganar dinero. Es importante que tenga significado. Según Aristóteles nacemos con una vocación determinada por las habilitades especiales y únicas que disponemos cada uno de nosotros. Pero averiguar dicha vocación y seguirla parece un asunto más importante para las personas altamente sensibles que para las demás.
»La habilidad común a los seres humanos es su consciencia, la capacidad de darse cuenta de lo que sucede. Pero esto tiene su parte mala. Somos conscientes de la muerte, de la pérdida, del peligro distante en el tiempo o el espacio, de la maldad, etcétera y las personas altamente sensibles somos más conscientes de todo ello que los demás. Es doloroso y sin embargo la consciencia es algo que no cambiaríamos nunca a cambio de una vida en la que no nos diéramos cuenta de nada».
Elaine Aron pasa a comentar los resultados de unos estudios realizados con la intención de encontrar la relación entre el tipo de felicidad con la que convive la gente (eudemónica o hedonista) y su estado de salud física. El cuerpo incrementa o reduce la actividad del sistema inmunitario y la respuesta inflamatoria dependiendo de los sentimientos y del comportamiento de cada uno. A los participantes en el estudio se les hicieron preguntas para determinar sus niveles de felicidad de cada tipo al tiempo que se medían parámetros del cuerpo indicadores de su estado de salud.
«El estudio encontró que la eudemonía estaba asociada a una respuesta saludable del cuerpo mientras que el hedonismo no lo estaba tanto. Curiosamente las personas no eran conscientes de ello, solamente el cuerpo parece ser consciente de la diferencia entre las dos fuentes de felicidad. Siempre he tenido la impresión, totalmente mía y no científica, de que toda célula en nuestro cuerpo sabe acerca de cada uno de los pensamientos que tenemos y de que la gente vive más tiempo cuando el cuerpo recibe el mensaje de que existe una razón para vivir.
»La explicación científica de estos resultados vendría de decir que la evolución de la especie conservó unos genes que favorecen una vida con significado, vidas que hacen una contribución significativa a la sociedad. Por supuesto, una de las maneras instintivas de vivir una vida con significado es tener hijos. Y esta tarea no siempre es placentera. Una mirada a padres que comparten asiento en un avión con su hijo enrabietado, de los que no paran de llorar en un largo vuelo, y te preguntas cómo es que alguien en ese avión se plantearía tener hijos alguna vez. Y sin embargo, la mayoría los tendría.
»La cuestión para las personas altamente sensibles es que parecemos más propensos a vivir una vida tendente a la eudemonía. Curiosamente, en este estudio, solamente un 22 por ciento de la gente tenía ese tipo de felicidad predominantemente en sus vidas. ¿Os suena familiar esa cifra?»
Se refiere, claro, al 20 por ciento de la población que es altamente sensible.

(Extraído de Why HSPs' tendency to worry about the real meaning of our life may make us healthier del sitio The Highly Sensitive Person.)

17 de agosto de 2016

Acoso en el trabajo

¿Qué es y qué no es acoso en el trabajo? No es fácil definirlo exactamente.
«Si eres altamente sensible, el acoso laboral puede ser algo tan simple como la falta de civilidad, que puede ser definida como "comportamiento anormal con intención ambigua de hacer daño y que viola las normas del respeto mutuo". Sin embargo, algunos que estudian el acoso laboral creen que debe existir intención de hacer daño.
»Por ejemplo, si una persona es por naturaleza áspera y crítica en el trato, al no darse cuenta de que esto te afecta entonces no es acoso, al menos de acuerdo a una de las definiciones. Podrías pararlo haciéndolo ver. Como esto puede ser muy difícil de hacer, podrías seguir adelante sin decir nada, sintiéndote acosado, pero técnicamente no es lo que estaría sucediendo.
»Ahora bien, si los malos modos no son intencionados pero continúan produciéndose. O estamos ante una persona altamente sensible que no se siente acosada pero se culpa a sí misma de ser demasiado sensible o un flojo, entonces, el daño se está produciendo. Incluso si las víctimas no reconocen el acoso, su salud mental está siendo afectada.
»A la hora de definir lo que es el acoso laboral, algunos expertos no tienen en cuenta la cuestión de la intencionalidad y van directamente a los efectos que produce: "Maltrato repetido del empleado que causa daño a su salud, manifestado por medio de abuso verbal y conducta intimidante (verbal o no verbal) que interfiere con el trabajo y socava los intereses de la empresa".
»Una particularidad importante del acoso laboral es que las víctimas se sienten incapaces de defenderse o de controlar lo que se les está haciendo. De hecho, en algunas empresas el abuso verbal es consentido como un estilo duro de gestión así que protestar no serviría de nada. Si el trabajador tiene algún problema con el jefe se espera de él que sea capaz de gestionarlo. Y si no, ya sabe dónde está la puerta».
Según Elaine Aron las personas altamente sensibles somos propicias a sufrir acoso laboral por los siguientes motivos:

  • Podemos parecer débiles porque preferimos hablar suavemente y ser amables.
  • Nuestra primera defensa es tratar de agradar, lo que nos hace parecer que aceptamos ser dominados.
  • Optamos por hacer las paces antes que ir a la ofensiva, otra muestra de debilidad ante el acosador que no hace sino excitarlo aún más.
  • Tenemos respuestas emocionales más fuertes de manera que los acosadores pueden ver que están haciendo mella en nosotros lo cual los motiva aún más.
  • Los altamente sensibles somos trabajadores concienzudos y especialmente dedicados cuando encontramos que el trabajo tiene significado. También solemos tener las mejores ideas y un mayor conocimiento sobre la tareas y cómo han de ser realizadas dentro del contexto de los objetivos generales de la organización. Y normalmente tenemos mayor integridad moral. Como los acosadores carecen de este tipo de atributos y no tienen en mente otra cosa que escalar puestos, una persona altamente sensible los deja en evidencia.
«Lo que encuentro fascinante en este tema es que una de las razones por las que las empresas están preocupándose cada vez más por el acoso laboral es la pérdida que se produce a menudo de sus profesionales más válidos, los trabajadores más dedicados, no gente con problemas de personalidad. Sospecho que muchos de estos empleados válidos son personas altamente sensibles y alguien se está dando cuenta de que perderlos es un mal negocio».
Otra de las razones que explican el interés creciente es el coste relacionado con la pérdida de la salud del empleado. Los problemas son debidos al estrés, por supuesto. Algunos estudios sugieren que puede ser más dañino para la salud que estar sobrecargado de trabajo o desempleado.
«Pero igualmente interesante es el miedo a ser demandado. El acoso laboral está empezando a verse como algo similar al acoso sexual. ¿Y por qué no? Está fuera de lugar en el trabajo. No se debería permitir ir más allá de lo que una "persona razonable" encontraría aceptable, que es como el acoso sexual fue finalmente definido. La vieja actitud, la de las víctimas del abuso en el trabajo como responsables de su situación por no ser capaces de defenderse, está quedándose atrás, tal como sucedió con las mujeres como las causantes del acoso sexual por haber elegido entrar en el terreno laboral de los hombres.
»El mismo cambio tuvo lugar en las escuelas con el acoso escolar. ¿Durante cuánto tiempo tuvimos que escuchar que los niños tenían que arreglárselas por su cuenta para que aprendieran a responder a las agresiones? Esa actitud hizo un tremendo daño, especialmente a los niños altamente sensibles. Pero ahora hay más conciencia sobre el respeto que se merece todo el mundo y se trabajan estos temas. Y como los acosadores son los que terminan por ser rechazados, resulta que estos programas son también beneficiosos para ellos. Todo el mundo tiende a sentirse mejor en un entorno respetuoso».
Elaine Aron sospecha que estos cambios han venido en parte debido al reconocimiento de la existencia de niños altamente sensibles, a los que no se les puede pedir que se defiendan de niños agresivos (los situados en el otro extremo de su temperamento, o los que vienen dañados por un historial de abuso o negligencia en sus casas).

(Extraído de HSPs and Bullying in the Work Place-Changes are coming del sitio The Highy Sensitive Person.)

14 de agosto de 2016

Sobre el perfeccionismo

Las personas altamente sensibles tienden a ser perfeccionistas. Según Elaine Aron existirían dos razones diferentes para ello. La primera de ellas no es muy buena y tiene que ver con el miedo a cagarla.
«La primera razón, es que no nos gustan nada las sorpresas desagradables [porque reaccionamos más a nivel emocional y tendemos a sufrir más por ello]. No nos gustan las críticas, cometer errores, hacer daño a alguien o que por nuestra culpa algo vaya mal. Para evitarlo, planificamos, gestionamos y hacemos las cosas perfectamente. Funciona hasta cierto punto y puede ser altamente satisfactorio. Pero como no podemos controlar todas las eventualidades nunca es suficiente y la ansiedad puede hacer acto de presencia.
»Por lo tanto el motivo "preocupación" para el perfeccionismo debería ser refrenado recordando que nunca agradaremos a todo el mundo, siempre cometeremos errores y no podemos controlar el destino».
Por otra parte también es verdad que hay un cuidado especial en hacer las cosas bien por el hecho mismo de que queden bien, por el placer de hacerlas con calidad.
«La segunda razón para el perfeccionismo es que concebimos la manera en la que algo puede hacerse perfectamente y en consecuencia tratamos de lograrlo, siendo su consecución una gran fuente de placer.
»Sin embargo, cualquier cosa que proporciona un chute de gratificación puede ser adictiva, y lo que es adictivo puede llevarnos a lo contrario. Es decir, al principio lo hacemos por placer y después para evitar el dolor de no disponer de ese placer. Es lo que sucede con la adicción a las drogas, el tabaco o el alcohol. También con las adicciones buenas como ir a correr todos los días. Al principio dicen que lo hacen porque se sienten fenomenal con el ejercicio diario pero pasados unos meses quizá les oigas decir que tienen que correr todos los días porque si no no se sentirán bien.
»Si sientes que no te sientes bien a no ser que lo hagas perfectamente entonces eres un adicto al perfeccionismo. Aunque que seas un adicto no significa que lo debas abandonar. La clave está en la práctica moderada y consciente».
(Extraído de Some Thoughts on Perfectionism en el sitio The Highly Sensitive Person.)

10 de agosto de 2016

La dificultad de tomar decisiones

En este artículo Elaine Aron habla del problema de decidir qué hacer, de elegir el siguiente paso a dar en la vida. Transcribe un sueño suyo y lo toma como referencia para tratar de averiguar qué es lo que debería hacer ella. Para Elaine Aron es importante hacer caso a los sueños porque pueden querer decirnos cosas importantes. En el sueño se resaltan las ideas de dar el paso y de ser auténtico en el mismo.
«Las personas altamente sensibles podemos ser por naturaleza lentas a la hora de dar el siguiente paso. Somos lentos porque lo procesamos todo lentamente antes de decidirnos. Desde luego, si estamos familiarizados con la situación o vemos una oportunidad o peligro que los demás aún no han detectado, podemos actuar más rápido. Pero normalmente lo que se nota en nosotros es la ponderación e indecisión ante el riesgo. El problema es que si no actuamos las oportunidades se nos pueden escapar.
»Respecto a la autenticidad del siguiente paso, el mismo debe ser dado en base a la naturaleza de no mismo, es decir, de acuerdo a la personalidad innata de cada uno. Siendo una persona altamente sensible lo más probable es que no sea igual al de alguien que no lo es. Cualquier cosa que hagas, preferiblemante algo con significado para ti, deberás hacerla a tu manera y sin que te estrese».
Elaine Aron sigue hablando en este artículo sobre lo que pasa cuando más o menos sabes cuál es tu siguiente paso pero estás luchando con la decisión a tomar.
«Las personas altamente sensibles vemos tantos caminos posibles y las consecuencias de tomar cada uno de ellos, que nos podemos quedar bloqueados en la duda. Así que tener que decidir es algo que terminamos odiando. Pero recuerda que tiendes a tomar buenas decisiones y retardarlas está bien siempre que sea porque estás en ello. En cambio, no estaría bien si el retraso fuera porque lo estás evitando. A mí me ayuda considerar los siguientes puntos:
  • Oblígate a detenerte para disponer de tiempo; normalmente las decisiones resultan mejores cuando se toman con cuidado.
  • Finge que has decidido y fíjate en cómo te sienta planificar sobre lo que hayas decidido. Después haz el ejercicio contrario, como si te hubieras decantado por la otra opción.
  • Si es posible, planifica la manera de deshacer la decisión en caso de que no funcione (arreglártelas para salir antes de un evento, comprometerte en una actividad sólo por un tiempo determinado, comprar un billete que permita cambiar la fecha de regreso...). Desde luego las decisiones más difíciles son las que no tienen vuelta atrás: casarte, tener un hijo, cambiar de trabajo...
  • Haz listas con los pros y los contras de cada opción.
  • Ten en cuenta que tienes problemas con la decisión a tomar porque realmente es difícil, hay demasiada incertidumbre de cosas sobre las que no tienes control. Tendrás que decidir si el riesgo merece la pena, y cualquier cosa que decidas planifica cómo encajarás un posible error si es lo que termina sucediendo, de manera que no tengas que lamentarte por ello toda tu vida. ¿Podrías ser feliz en cualquier caso?
También habla de cuando no tenemos ni idea de cuál puede ser ese siguiente paso:
«Si no sabes qué es lo que deberías hacer, quizá no es el momento de pensar en dar grandes pasos. Por ejemplo, pasar más tiempo en la naturaleza es algo simple y fiel a mi sensibilidad que no puede ir mal y que puede llevarme a un siguiente paso más tarde. Quizá se trate solamente de hacer algo que te proporcione más tiempo para ti mismo.
»Dejaría que la cuestión descansara en mi mente e intentaría hacer unas cuantas cosas sencillas que habitualmente no hago y que podrían ayudarme a clarificar mi siguiente paso, como por ejemplo visitar un lugar en el que nunca he estado. O dedicaría tiempo a estar en contacto con la naturaleza o quizá trataría de encontrarme con una persona a la que me gustaría conocer. Como introvertida que soy no es algo evidente para mí, pero seguir el impulso inesperado de hablar con un desconocido o conocer mejor a alguien puede ofrecer perspectivas inesperadas. Busca un seminario o conferencia que atraiga a gente con la que compartes intereses y valores. Presta atención a tus sueños. Y sé paciente. Siempre hay un siguiente paso. Un árbol no necesita considerar cómo crecer y tu parte más básica, aquélla que comparte con los robles, los pinos y las magnolias un 35 por ciento de tu ADN, ya sabe de qué manera ha de crecer a continuación».
(Extraído de What´s Your Next Step? del sitio The Highly Sensitive Person.)

7 de agosto de 2016

La capacidad de escuchar

Escuchar es algo fundamental. Todos necesitamos que nos escuchen para sentirnos comprendidos por alguien que se preocupa de nosotros. Según Elaine Aron las personas altamente sensibles tenemos un don para escuchar, algo que es digno de ser apreciado y que nos convierte en personas muy valiosas.
«Como quizá ya sepas (seguramente de forma intuitiva, no consciente) para escuchar hay que hacer algo más que permanecer en silencio mientras alguien habla. Es necesario asegurarle al hablante que estamos plenamente allí con él, no pensando en otras cosas.
»Una buena manera de mostrar que estamos presentes es mediante la escucha "activa". Para ello hay que repetir de vez en cuando (no constantemente) lo que se acaba de decir para asegurarnos que lo hemos pillado correctamente. Mejor aún es concentrarse en los sentimientos del hablante que en los hechos que relata. Incluso podría corregirnos, no necesariamente porque lo hayamos entendido mal, sino, porque, gracias a nosotros, se ha dado cuenta de algo importante que no había percibido hasta que se lo hemos replanteado nosotros.
»La escucha activa puede sonar muy mecánica y molesta si no eres cuidadoso. Sé sutil, como sólo tú puedes serlo. (Las personas que no son muy sensibles suenan impasibles aunque sigan las reglas y tengan buenas intenciones.)
»También tienes que hacer saber que aceptas lo que dice (es decir, lo aceptas a él), o al menos su derecho a decirlo, incluso si no estás de acuerdo con lo que dice. Supongamos que suelta: "Soy tan estúpido". En lugar de contestar directamente que no estás de acuerdo, puedes tratarlo de la siguiente manera: "Ya veo, algo te pasa hoy que te hace pensar que eres estúpido. Puedo ver cómo estás, aunque no comparto tu opinión de que seas un estúpido".
»No olvides que estás escuchando con tu cuerpo. Inclínate hacia adelante o al menos no hacia atrás, con brazos y pies cruzados. Sonríe para animar, asiente, mira a los ojos, sé cálido. Lo que sea pertinente en el momento para mostrar que te importa».
Cuidado con todas aquellas cosas que se nos van ocurriendo que podríamos sugerir inmediatamente a quien nos habla, especialmente consejos que podríamos ofrecer. Dice Elaine Aron que no dejes que tu intuición se te adelante. La intuición es otra forma de conocimiento que puede estar tan equivocada como la proveniente del razonamiento o la observación. Escuchando, la mejor manera de conocer es mediante la empatía no contaminada por nuestro deseo de intervenir.
«Es decir, resístete a la imperiosa necesidad de ofrecer una solución enseguida porque deseas poner fin a la incomodidad que expresa el hablante o tu idea suena sencillamente tan buena, tan obvia. Incluso si tuvieras razón habría un problema con ello. Cuando ofreces una buena observación podrías obstaculizar el descubrimiento que puede hacer el propio hablante de lo que más le conviene. Así puede distraerse o también convenir demasiado pronto con lo que le dices, pensando que debes de saber más que él o que te sentirás mal si no acepta tu idea. Mientras que por otra parte, podría suceder que si le dejas pensar con la ayuda que le ofreces con la escucha activa y haciéndole sentir que estás a su lado, podría llegar a una solución incluso mejor, una solución suya propia, a la que no habría llegado de otra manera. La escucha en este caso le ayuda a concentrarse y a sentir que su problema y él mismo merecen una atención seria».
Elaine Aron propone una lista de cosas que no se deben hacer al escuchar.

  • No interrumpir con un montón de preguntas (¿de qué tienes miedo exactamente?). Ya sabrá explicarlo más en detalle o si no es que no es tan importante.
  • No responder con tu propia experiencia (sí, a mi también me pasa. Justo el otro día...) porque entonces se tornan los papeles y entonces es él quien se tiene que poner a escuchar.
  • No intelectualizar proponiendo una teoría (la gente tiene miedo en estas situaciones porque...) porque entonces se tiene que poner a pensar en si lo que dices es cierto.
  • No generalizar (a todo el mundo le pasa) porque no suele resultar de mucho consuelo.
  • No diagnosticar (parece que tienes ansiedad) porque entonces efectivamente lo tengo.
  • No forzar el pensamiento positivo (sencillamente piensa en lo maravilloso que eres y en lo bien que lo vas a hacer) porque entonces se sentirá culpable de no poder cumplirlo.
Pero Elaine Aron admite que es complicado escuchar bien. Ella emplea este método de escucha en psicoterapia pero a veces no puede evitar que su función dominante (la preferencia a pensar, sentir, intuir) se interponga entre ella y su paciente. En estos casos se le hace flaco favor a quien necesita ser escuchado de manera que al mismo tiempo vaya aprendiendo por su cuenta a utilizar estas funciones en la resolución de sus problemas.
«La facultad de escuchar atentamente y sin interrumpir puede resultar especialmente útil a personas que no son altamente sensibles. Mi marido a menudo suelta distraídamente cosas que yo encuentro significativas. Muchas veces, lo único que tengo que hacer es resaltárselo y entonces él se da cuenta de que efectivamente hay algo ahí que tiene que considerar. Aunque tengo que tener cuidado de no pasarme con mis intuiciones. Los dos nos quedamos más satisfechos cuando es él quien finalmente saca a la superficie lo que estaba semioculto en las profundidades».
Pero no siempre tenemos por qué escuchar.
«A veces puede que tengas que oír más de lo que te gustaría. Tenía un familiar bastante trastornado y un día decidí que en lugar de rechazar sus comentarios ofensivos, me comportaría de manera más cuidadosa. Todo el mundo tiene sus motivos, me dije. Así que escuché, reflexionando sobre los sentimientos que acompañaban a sus palabras. Rápidamente me encontré en su doloroso mundo que había comenzado muy pronto en su niñez con la muerte de su madre. Enseguida me di cuenta de que su discurso desvariaba contando cosas que no podían ser ciertas. De repente se levantó y abandonó la sala. Era demasiado para él, y también para mí de haber continuado hablando.
»Si no se hubiera marchado habría desviado la conversación a una zona segura, contándole una historia larga y aburrida sobre mí. La lista anterior de las cosas que no se pueden hacer al escuchar pueden ser de gran ayuda en estos casos para echar el freno.
»Por otra parte un problema habitual es que muchas personas altamente sensibles escuchan pero nadie parece escucharlas a ellas. No es de extrañar dada la necesidad que hay de algo que podemos propocionar nosotros tan fácilmente. Pero si empiezas a sentir resentimiento, lo mejor es que pares. Porque si no, tu capacidad de escucha puede convertirse en un problema para la relación, no una ayuda. Tiene que haber equilibrio.
»A veces, sin embargo, el desequilibrio lo creamos nosotros mismos consciente o inconscientemente al elegir escuchar en lugar de hablar. Puede haber muchos motivos para no hablar, incluso cuando pensamos que nos gustaría recibir la atención de un escuchante para variar. Las razones tienen que ver con la falta de confianza. La confianza es una característica de la relación (aunque algunas personas tienden a confiar menos que otras debido quizá a malas experiencias en su pasado).
»Las personas altamente sensibles a menudo también prefieren escuchar porque es menos estimulante que abrirse, especialmente si te preocupa cómo responderán a tus declaraciones. Yo a menudo permanezco callada porque sé que la otra persona no sabe escuchar. Si la relación me importa por otros motivos, trato de relajarme, abrirme y no tener muchas expectativas. Sé que nos volveremos distantes si solamente escucho y no comparto nada de lo que pasa conmigo.
»En cualquier caso no siempre tienes que escuchar. Es un regalo que puedes dar o no; en cualquier caso no es un derecho de los demás el recibirlo».
(Extraído de Make Full Use of Your Sensitivity Listening del sitio The Highy Sensitive Person.)

3 de agosto de 2016

Descanso, silencio y soledad

En este artículo Elaine Aron hace una apología de la soledad como método de descanso y fuente de conocimiento para una vida más rica.

Descanso
«Las personas altamente sensibles necesitamos mucho descanso. Por supuesto, demasiado tampoco es bueno. Sería aislarse debido al miedo o a la ansiedad, y eso debería tratarse. Pero muchos tenemos el problema contrario ya que el mundo espera que vivamos a tope sin atender a nuestro descanso. Pero nosotros, por nuestra propia naturaleza, debemos sencillamente parar para recuperarnos de la sobreestimulación y poder digerir nuestras experiencias, aprender de ellas y después salir al mundo de nuevo para conectar con los demás y con nuestra pasión, nuestra vocación.
»La mayor parte de esta digestión se produce en el subconsciente (procesamiento de pensamientos, sensaciones e imágenes). Es fácil y natural. A veces el descanso es sencillamente ver una película, escuchar la radio o leer algo ligero, cualquier cosa que nos sirva para parar la mente inquieta y distraernos durante un rato de lo que nos abruma. Pero necesitamos también reservar tiempo para ese proceso de "digestión" y eso se hace mejor sin distracciones».
Soledad
«Pienso que la soledad es una forma especial de descanso en la que esperamos y nos preparamos para conectar con "algo más profundo", lo que quiera que signifique eso para nosotros en esos momentos. Quizá busquemos la soledad porque hemos perdido temporalmente nuestra conexión. Quizá la perdimos hace unas horas, unos pocos días o en nuestra niñez. Pero la queremos de vuelta y sentimos que para ello tenemos que cortar con todas las distracciones exteriores y por ello buscamos la soledad.
»La soledad más profunda necesita un tiempo extenso, como mínimo una tarde entera. No se trata de sentarse y meditar todo el rato, o dedicarse a la contemplación o a reflexionar. Sigues con tus tareas más mundanas (preparándote algo sencillo para comer, limpiando un poco, dando un paseo, ordenando las cosas). Pero estás prestando atención al presente en tu interior, lo que pasa por tu cabeza. Es un tipo de actividad pasiva, en la que estás preparado pero nada más. Quizá lees algo inspirador pero no hay necesidad de actuar o de buscar porque lo que estamos esperando está ya con nosotros. Solamente necesitamos estar preparados para darnos cuenta. Quizá una parte de ti ya lo nota pero no eres consciente de ello. Quizá lo niegues o dudes de ello. Pero si estás en calma probablemente empezarás a reconocer que está ahí».
Silencio
«El silencio es lo que alimenta la soledad. El silencio es la manera de conectar con algo más profundo. El silencio da descanso al cerebro. Aunque haya silencio a tu alrededor, tu mente seguirá sin callar durante un rato pero no pasa nada, ese parloteo es parte de lo que estás esperando. Todavía estás dando descanso a las áreas del cerebro que planean el habla, responden a los demás y formulan frases claras.
»En silencio puedes percibir cuándo algo más ha llegado. Quizá llegó hace un rato pero ahora te preguntas quién o qué es lo que está contigo, alrededor de ti. Quizá lo conociste una vez pero se te olvidó y ahora recuerdas de nuevo. La cuestión es que tienes este sentimiento de "conocer" y por ello lo reconocerás cuando aparezca. La repetición de ese conocimiento que viene en soledad genera una especie de confianza de que siempre volverá, cada vez más fácilmente.
»La soledad también puede parecer seca, estéril o incluso deprimente. Y sin embargo, por algún motivo la seguimos sintiendo como algo vital. Si éste es el caso, merece la pena continuar a pesar de las dificultades»
Sentirse solo
«Pero a veces, sencillamente, no podemos tolerar demasiada soledad. Para algunas personas resulta horrible. Ese tipo de soledad absoluta es aterradora y cuando se produce ten por seguro que éste también es un sentimiento que has conocido antes. Es un arquetipo porque todos sabemos lo terrible que es sentirse tan solo, pero el arquetipo se activa solamente si has experimentado demasiada soledad en tu pasado.
»La soledad solamente sienta bien cuando sabes que puedes acabar con ella cuando quieras y volver con alguien que te quiere. Si no puedes elegir exactamente el momento, al menos necesitas saber que no pasará mucho tiempo antes de que la persona que no está allí elija estar contigo de nuevo. Si tratas de estar en soledad pero te sientes solo aunque haya gente que te quiere, entonces estás sintiendo algo que viene del pasado, probablemente de la infancia.
»Después de ciertas experiencias malas en la niñez, estar solo cuando eres adulto inevitablemente te lleva a sentimientos horribles, de que no hay nadie allí o nadie quiere estar contigo. Se producen incluso si las personas que te quieren están a tu lado. Cuando estás solo en casa puede que encuentres maneras de llenar el vacío, viendo la tele o lanzándote a alguna actividad frenética. Pero es mejor reconocer la causa de este miedo y trabajar con ello para tratar de solucionarlo».
 La práctica de la soledad
«La soledad es muy valiosa por varios motivos y uno de ellos es que nos prepara para estar con los demás de una manera más completa. También proporciona un descanso más completo. Da tiempo a que afloren los sentimientos. Tiempo para que la inspiración creativa aparezca. En soledad puede que lleguemos a conclusiones sobre temas que nos estaban inquietando mientras los tratábamos de forma más activa. Las recompensas espirituales viene a menudo cuando estamos solos. Incluso si no llega nada, la soledad es en sí misma un regalo.
»Vivimos en un tiempo en el que la soledad puede parecer incomprensible para cierta gente (retirarse del mundo, "no hacer nada", permanecer en silencio). Dicen que cuanto más conectados estemos a los demás, mejor salud y más felices seremos. Y es cierto, solo que hasta cierto punto y para algunos más que para otros. Y aunque no hay duda de que las relaciones constituyan un auténtico camino espiritual parece también claro que la soledad permite primero trabajar con uno mismo para sentirse después más conectado con los demás.
»La gente quizá piense que elegir la soledad puede ser raro. Pero está en tu mano tener fe en ella cuando la necesites, en lugar de sentir que hay algo malo en ti por practicarla. En mi caso, me animan algunos de mis mentores, como Thomas Merton:
La soledad es una manera de defender el espíritu del devastador estrépito del materialismo.
No estoy defendiendo una pose ermitaña-mística, es sencillamente que algunos tenemos que estar solos para ser nosotros mismos. Llámalo privacidad si quieres. Pero tenemos cosas en las que pensar y trabajo que hacer que requieren silencio y soledad. Necesitamos tiempo para hacer nuestro trabajo de meditación y creación.
En la profunda soledad encuentro la delicadeza con la que verdaderamente puedo amar a mis hermanos. Cuanto más solitario me hallo más afecto siento por ellos. El silencio y la soledad me enseñan a querer a mis hermanos por lo que son, no por lo que dicen.
»En definitiva, supongo que el tema de este artículo queda resumido por Honore de Balzac cuando dice: "La soledad está bien, pero necesitas a alguien que te diga que la soledad está bien"».
(Extraído de Four Words: Downtime, Solitude, Silence, and Loneliness del sitio The Highly Sensitive Person.)