7 de agosto de 2016

La capacidad de escuchar

Escuchar es algo fundamental. Todos necesitamos que nos escuchen para sentirnos comprendidos por alguien que se preocupa de nosotros. Según Elaine Aron las personas altamente sensibles tenemos un don para escuchar, algo que es digno de ser apreciado y que nos convierte en personas muy valiosas.
«Como quizá ya sepas (seguramente de forma intuitiva, no consciente) para escuchar hay que hacer algo más que permanecer en silencio mientras alguien habla. Es necesario asegurarle al hablante que estamos plenamente allí con él, no pensando en otras cosas.
»Una buena manera de mostrar que estamos presentes es mediante la escucha "activa". Para ello hay que repetir de vez en cuando (no constantemente) lo que se acaba de decir para asegurarnos que lo hemos pillado correctamente. Mejor aún es concentrarse en los sentimientos del hablante que en los hechos que relata. Incluso podría corregirnos, no necesariamente porque lo hayamos entendido mal, sino, porque, gracias a nosotros, se ha dado cuenta de algo importante que no había percibido hasta que se lo hemos replanteado nosotros.
»La escucha activa puede sonar muy mecánica y molesta si no eres cuidadoso. Sé sutil, como sólo tú puedes serlo. (Las personas que no son muy sensibles suenan impasibles aunque sigan las reglas y tengan buenas intenciones.)
»También tienes que hacer saber que aceptas lo que dice (es decir, lo aceptas a él), o al menos su derecho a decirlo, incluso si no estás de acuerdo con lo que dice. Supongamos que suelta: "Soy tan estúpido". En lugar de contestar directamente que no estás de acuerdo, puedes tratarlo de la siguiente manera: "Ya veo, algo te pasa hoy que te hace pensar que eres estúpido. Puedo ver cómo estás, aunque no comparto tu opinión de que seas un estúpido".
»No olvides que estás escuchando con tu cuerpo. Inclínate hacia adelante o al menos no hacia atrás, con brazos y pies cruzados. Sonríe para animar, asiente, mira a los ojos, sé cálido. Lo que sea pertinente en el momento para mostrar que te importa».
Cuidado con todas aquellas cosas que se nos van ocurriendo que podríamos sugerir inmediatamente a quien nos habla, especialmente consejos que podríamos ofrecer. Dice Elaine Aron que no dejes que tu intuición se te adelante. La intuición es otra forma de conocimiento que puede estar tan equivocada como la proveniente del razonamiento o la observación. Escuchando, la mejor manera de conocer es mediante la empatía no contaminada por nuestro deseo de intervenir.
«Es decir, resístete a la imperiosa necesidad de ofrecer una solución enseguida porque deseas poner fin a la incomodidad que expresa el hablante o tu idea suena sencillamente tan buena, tan obvia. Incluso si tuvieras razón habría un problema con ello. Cuando ofreces una buena observación podrías obstaculizar el descubrimiento que puede hacer el propio hablante de lo que más le conviene. Así puede distraerse o también convenir demasiado pronto con lo que le dices, pensando que debes de saber más que él o que te sentirás mal si no acepta tu idea. Mientras que por otra parte, podría suceder que si le dejas pensar con la ayuda que le ofreces con la escucha activa y haciéndole sentir que estás a su lado, podría llegar a una solución incluso mejor, una solución suya propia, a la que no habría llegado de otra manera. La escucha en este caso le ayuda a concentrarse y a sentir que su problema y él mismo merecen una atención seria».
Elaine Aron propone una lista de cosas que no se deben hacer al escuchar.

  • No interrumpir con un montón de preguntas (¿de qué tienes miedo exactamente?). Ya sabrá explicarlo más en detalle o si no es que no es tan importante.
  • No responder con tu propia experiencia (sí, a mi también me pasa. Justo el otro día...) porque entonces se tornan los papeles y entonces es él quien se tiene que poner a escuchar.
  • No intelectualizar proponiendo una teoría (la gente tiene miedo en estas situaciones porque...) porque entonces se tiene que poner a pensar en si lo que dices es cierto.
  • No generalizar (a todo el mundo le pasa) porque no suele resultar de mucho consuelo.
  • No diagnosticar (parece que tienes ansiedad) porque entonces efectivamente lo tengo.
  • No forzar el pensamiento positivo (sencillamente piensa en lo maravilloso que eres y en lo bien que lo vas a hacer) porque entonces se sentirá culpable de no poder cumplirlo.
Pero Elaine Aron admite que es complicado escuchar bien. Ella emplea este método de escucha en psicoterapia pero a veces no puede evitar que su función dominante (la preferencia a pensar, sentir, intuir) se interponga entre ella y su paciente. En estos casos se le hace flaco favor a quien necesita ser escuchado de manera que al mismo tiempo vaya aprendiendo por su cuenta a utilizar estas funciones en la resolución de sus problemas.
«La facultad de escuchar atentamente y sin interrumpir puede resultar especialmente útil a personas que no son altamente sensibles. Mi marido a menudo suelta distraídamente cosas que yo encuentro significativas. Muchas veces, lo único que tengo que hacer es resaltárselo y entonces él se da cuenta de que efectivamente hay algo ahí que tiene que considerar. Aunque tengo que tener cuidado de no pasarme con mis intuiciones. Los dos nos quedamos más satisfechos cuando es él quien finalmente saca a la superficie lo que estaba semioculto en las profundidades».
Pero no siempre tenemos por qué escuchar.
«A veces puede que tengas que oír más de lo que te gustaría. Tenía un familiar bastante trastornado y un día decidí que en lugar de rechazar sus comentarios ofensivos, me comportaría de manera más cuidadosa. Todo el mundo tiene sus motivos, me dije. Así que escuché, reflexionando sobre los sentimientos que acompañaban a sus palabras. Rápidamente me encontré en su doloroso mundo que había comenzado muy pronto en su niñez con la muerte de su madre. Enseguida me di cuenta de que su discurso desvariaba contando cosas que no podían ser ciertas. De repente se levantó y abandonó la sala. Era demasiado para él, y también para mí de haber continuado hablando.
»Si no se hubiera marchado habría desviado la conversación a una zona segura, contándole una historia larga y aburrida sobre mí. La lista anterior de las cosas que no se pueden hacer al escuchar pueden ser de gran ayuda en estos casos para echar el freno.
»Por otra parte un problema habitual es que muchas personas altamente sensibles escuchan pero nadie parece escucharlas a ellas. No es de extrañar dada la necesidad que hay de algo que podemos propocionar nosotros tan fácilmente. Pero si empiezas a sentir resentimiento, lo mejor es que pares. Porque si no, tu capacidad de escucha puede convertirse en un problema para la relación, no una ayuda. Tiene que haber equilibrio.
»A veces, sin embargo, el desequilibrio lo creamos nosotros mismos consciente o inconscientemente al elegir escuchar en lugar de hablar. Puede haber muchos motivos para no hablar, incluso cuando pensamos que nos gustaría recibir la atención de un escuchante para variar. Las razones tienen que ver con la falta de confianza. La confianza es una característica de la relación (aunque algunas personas tienden a confiar menos que otras debido quizá a malas experiencias en su pasado).
»Las personas altamente sensibles a menudo también prefieren escuchar porque es menos estimulante que abrirse, especialmente si te preocupa cómo responderán a tus declaraciones. Yo a menudo permanezco callada porque sé que la otra persona no sabe escuchar. Si la relación me importa por otros motivos, trato de relajarme, abrirme y no tener muchas expectativas. Sé que nos volveremos distantes si solamente escucho y no comparto nada de lo que pasa conmigo.
»En cualquier caso no siempre tienes que escuchar. Es un regalo que puedes dar o no; en cualquier caso no es un derecho de los demás el recibirlo».
(Extraído de Make Full Use of Your Sensitivity Listening del sitio The Highy Sensitive Person.)

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