«A menudo oigo a personas altamente sensibles preguntarse por qué, comparados con los demás, se preocupan tanto por el significado de la vida, los problemas del mundo y su papel en aliviarlos. Las personas altamente sensibles a menudo sienten que tienen que ayudar. ¿Por qué, se preguntan, parecen estar negados para la vida inconscientemente feliz de la que otros parecen disfrutar?
»A veces he contestado lo que decía Aristóteles, que el mayor placer viene de la eudemonía, que es el placer de hacer lo que estás destinado a hacer, en oposición al hedonismo, el placer proveniente del puro placer, como la comida, el sexo o relajarse en un lugar bonito. No es que éstos sean malos pero según Aristóteles, añadir la eudemonía es lo que hace que la vida sea buena porque practicándola nos realizamos atendiendo a nuestra vocación y nos convertimos en nosotros mismos.
»Las personas altamente sensibles no suelen tolerar el trabajo que es solamente para ganar dinero. Es importante que tenga significado. Según Aristóteles nacemos con una vocación determinada por las habilitades especiales y únicas que disponemos cada uno de nosotros. Pero averiguar dicha vocación y seguirla parece un asunto más importante para las personas altamente sensibles que para las demás.
»La habilidad común a los seres humanos es su consciencia, la capacidad de darse cuenta de lo que sucede. Pero esto tiene su parte mala. Somos conscientes de la muerte, de la pérdida, del peligro distante en el tiempo o el espacio, de la maldad, etcétera y las personas altamente sensibles somos más conscientes de todo ello que los demás. Es doloroso y sin embargo la consciencia es algo que no cambiaríamos nunca a cambio de una vida en la que no nos diéramos cuenta de nada».Elaine Aron pasa a comentar los resultados de unos estudios realizados con la intención de encontrar la relación entre el tipo de felicidad con la que convive la gente (eudemónica o hedonista) y su estado de salud física. El cuerpo incrementa o reduce la actividad del sistema inmunitario y la respuesta inflamatoria dependiendo de los sentimientos y del comportamiento de cada uno. A los participantes en el estudio se les hicieron preguntas para determinar sus niveles de felicidad de cada tipo al tiempo que se medían parámetros del cuerpo indicadores de su estado de salud.
«El estudio encontró que la eudemonía estaba asociada a una respuesta saludable del cuerpo mientras que el hedonismo no lo estaba tanto. Curiosamente las personas no eran conscientes de ello, solamente el cuerpo parece ser consciente de la diferencia entre las dos fuentes de felicidad. Siempre he tenido la impresión, totalmente mía y no científica, de que toda célula en nuestro cuerpo sabe acerca de cada uno de los pensamientos que tenemos y de que la gente vive más tiempo cuando el cuerpo recibe el mensaje de que existe una razón para vivir.
»La explicación científica de estos resultados vendría de decir que la evolución de la especie conservó unos genes que favorecen una vida con significado, vidas que hacen una contribución significativa a la sociedad. Por supuesto, una de las maneras instintivas de vivir una vida con significado es tener hijos. Y esta tarea no siempre es placentera. Una mirada a padres que comparten asiento en un avión con su hijo enrabietado, de los que no paran de llorar en un largo vuelo, y te preguntas cómo es que alguien en ese avión se plantearía tener hijos alguna vez. Y sin embargo, la mayoría los tendría.
»La cuestión para las personas altamente sensibles es que parecemos más propensos a vivir una vida tendente a la eudemonía. Curiosamente, en este estudio, solamente un 22 por ciento de la gente tenía ese tipo de felicidad predominantemente en sus vidas. ¿Os suena familiar esa cifra?»Se refiere, claro, al 20 por ciento de la población que es altamente sensible.
(Extraído de Why HSPs' tendency to worry about the real meaning of our life may make us healthier del sitio The Highly Sensitive Person.)
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