«Hace poco me encontré observando a una mujer, que parecía ser altamente sensible, a la que le estaban enseñando a nadar (o más bien, parecía estar siendo asustada, humillada y no enseñada a nadar). La escena me recordó a mí misma, a mis dificultades para aprender a nadar, año tras año, cuando era una niña. Hasta que finalmente pude aprender, gracias a una profesora muy especial. Y eso me hizo recordar todo lo que he aprendido desde entonces sobre la manera en la que se debería enseñar las cosas a los niños y a los adultos altamente sensibles.»Al parecer, en su niñez Elaine Aron nunca aprendió a patinar, tocar un instrumento o incluso subir una verja. No aprendió a montar en bicicleta y a nadar hasta que tenía trece años. Aprendió a conducir por la insistencia de su madre, pero sabe de muchos altamente sensibles que tardan mucho en hacerlo. Para algunos, los problemas surgen en clase, con asignaturas en las que se ha de leer en alto o se comparte lo que se está haciendo con los demás compañeros. Luego están los deportes que implican la actuación delante de otros. Etcétera, etcétera.
«Los entornos en los que se enseña normalmente no son adecuados para nosotros. Y eso es porque somos fácilmente sobreestimulables, se produce una sobreexcitación nerviosa que nos impide aprender adecuadamente. Para los altamente sensibles hay un cierto número de cosas que están mal en la típica situación en la que otros aprenden sin problemas.»Esto es lo que estaría mal en una situación típica de aprendizaje:
- El lugar es altamente estimulante (nuevo entorno, nuevo equipamiento, nuevo profesor). Además, está la estimulación propia de uno mismo, las cosas que imaginas que podrían ir mal.
- Normalmente hay un grupo involucrado, lo que añade la estimulación propia (quizá miedo) de ser observado al actuar de forma incorrecta y sentirse humillado. Incluso si es una lección privada, sigue existiendo un grupo de dos, tú y el capacitado profesor que por ello mismo puede volverse crítico contigo.
- La mayoría de los profesores se centran en corregir errores. Comparar alumnos entre sí, incluso comportándose de forma provocativa o burlándose del alumno en casos extremos.
- Lo que se quiere aprender ya es en sí mismo algo que da miedo o al menos algo que es incómodo. Las piscinas no son suficientemente cálidas para relajarse si no te estás ejercitando a fondo. Conducir un coche es inherentemente peligroso. La mayoría de los altamente sensibles tienen un saludable (sí, saludable) temor al agua, a caerse o a cometer errores en general. De niños nos dijeron una y otra vez que tuviéramos cuidado con una cosa y la otra: "ten cuidado de no caerte", "ten cuidado no te vayas a ahogar", "ten cuidado de no cometer un error". Así que cuidadosamente obedecimos estas advertencias de peligro hasta que llega el día en que se supone que las tenemos que olvidar. Así no hay manera.
Por tanto, ¿cuáles serían las condiciones adecuadas para enseñar a alguien altamente sensible?
- Proporcionar un entorno familiar y poco estimulante. O mucho tiempo para habituarse al mismo, preferentemente observando el lugar y por supuesto sin avergonzar a la persona por necesitar hacer esto.
- Proporcionar silencio. Los altamente sensibles necesitan cuanto menos estimulación extra, mejor, y mantener una simple conversación es una tarea extra en la que una persona sensible tratara de involucrarse y ser educada (o irritarse y después sentirse culpable por ello). A las personas altamente sensibles no les conviene el multitasking cuando aprenden. Cuando se le quiera hacer un comentario, parar la actividad y esperar hasta que el alumno parezca lo suficientemente calmado para escuchar.
- Considerar la posibilidad de lecciones privadas. De esta manera puedes controlar mejor las condiciones y el progreso es a menudo tan rápido que el coste puede merecer la pena. Efectivamente, para la mayoría, aprender en grupo significa que la gente se ayuda entre sí y además un poco de competitividad puede acelerar el aprendizaje. Pero también puede ser desmoralizador cuando tus amigos aprenden y tú no. Y en las lecciones privadas puede ser útil que el profesor deje a solas al alumno (manteniéndose vigilante pero a distancia) para que éste experimente por sí mismo.
- Tratar los miedos de forma creativa. De nada sirve decir "sé valiente". Elaine Aron aprendió a nadar con un instructora que supo tomarse en serio sus miedos. Meter la cabeza bajo el agua va en contra de todos los instintos. Elaine Aron estaba segura de que si lo hacía, le entraría agua por todos los orificios de la cabeza y se ahogaría. Así que su profesora le sugirió usar tapones y gafas para el agua. También tenía miedo a hundirse y entonces la instructora colocó monedas en el fondo de la piscina (poco profunda) para que tratara de recuperarlas. Descubrió que metiendo la cabeza y los hombros, la parte de abajo del cuerpo tendía a subir. De hecho, era complicado hundirse, y de esta manera pudo experimentar personalmente la flotabilidad natural que tantas veces había visto en los demás.
- Nunca defraudar la confianza de un alumno asustado. Más de una vez Elaine Aron había sido sostenida sobre el agua por el instructor cuando, de forma imprevista, éste la soltaba para que sintiera por ella misma la flotabilidad del cuerpo. Pero, en consecuencia, la niña ya no podía confiar en esos brazos nunca más. La profesora que realmente la ayudó, la sostenía durante tanto tiempo como Elaine quería y era siempre decisión de la alumna el que la soltara.
- Felicitar cuando se hace bien. Y decir muy poco sobre los errores. Los altamente sensibles saben lo que hicieron mal, a menudo mejor que el propio profesor. Pero incluso si no lo saben, aprenderán mejor haciendo más de lo que hicieron bien que tratando desesperadamente de no cometer los errores por los que fueron criticados.
- Corregir de la manera más suave posible solamente si dichas correcciones parecen necesarias. Una corrección cada vez y preferiblemente una por lección. Antes, hacer varios comentarios positivos que sean sinceros. Si después se aprecia que el alumno se viene abajo (se ha sentido criticado, avergonzado) tratar de sanar ese sentimiento antes de seguir adelante con la lección.
- Si el alumno no se está esforzando o se enfada, descubre por qué. No hay que presuponer que es un problema de personalidad del alumno. Elaine Aron dice que ella fue criticada a menudo por ser perezosa y no practicar, o le decían que tenía mal genio cuando se enfadaba. En realidad estaba tan frustrada que no soportaba intentarlo más veces. A veces, lecciones más cortas pueden ser la solución.
- Si el alumno llora, espera a que pase. No te sientas culpable o hagas sentir vergüenza al alumno. Si no sabes por qué llora, se le puede preguntar con delicadeza. Y después decirle algo como "sí, yo también lloro cuando me siento frustrado (o avergonzado, o lo que sea). Mucha gente lo hace. No te precupes por llorar". Si quiere dejarlo o parar un rato, acéptalo.
- Cuando el alumno está desanimado, describe una experiencia similar propia en la que te sentías abatido, a punto de abandonar o enfadado, y cómo lo superaste. La vergüenza desaparece cuando dejamos de sentirnos como que somos las peores personas en el planeta.
- Manten al alumno en su estado óptimo de excitación nerviosa. No aprenderá nada si está sobreestimulado. Es fácil de ver cuándo puede estar así: manos que tiemblan, rubor en la cara, voz temblorosa, a punto de llorar, o estando irracionalmente enfadado. Parar la lección cuando esto suceda. A veces no se pasará hasta que el alumno lo haga bien una vez. Hay que recordar que el malestar emocional es la mayor fuente de excitación durante la lección y el profesor debe saber calmar y dar confianza al alumno. Cuando las cosas van mal, es siempre un problema que ha de resolver el profesor. No tomárselo a la defensiva, demostrar al alumno que uno puede también cometer errores, admitirlos y seguir adelante.
- Terminar cada sesión con una nota positiva y hablar sobre el progreso general y el proceso de aprendizaje. Si las cosas no progresan, explicar por qué parecen estar así. En otras palabras, explicar sobre los subidones y los bajones que se producen en el proceso de aprendizaje. Los altamente sensibles son a menudo tan perfeccionistas que se desaniman fácilmente. Tienen que aprender a ser amables consigo mismos cuando están aprendiendo y cuando cometen errores. Pero tampoco tiene sentido en ser duro con uno mismo por haber sido duro con uno mismo. Toda persona altamente sensible tiene dificultades en tolerar los errores, es parte del rasgo, pero tiene que ser equilibrado con la realidad, y es que aprender lleva tiempo.
Elaine Aron dice que estas recomendaciones pueden parecer destinadas a personas con enormes problemas emocionales pero ella cree que son beneficiosas para cualquier persona altamente sensible, incluso las más sanas emocionalmente.
Con tiempo, los altamente sensibles son generalmente muy buenos en todo lo que hacen. Pero necesitan que se les enseñe de manera diferente.
(Extraído de Teaching HSCs And HSPs to Swim, Drive or Anything Else del sitio The Highly Sensitive Person.)