31 de julio de 2016

Quitarse la máscara

Elaine Aron comenta en este artículo lo enriquecedores que son los encuentros de fin de semana con personas altamente sensibles en los que ella suele participar dando alguna charla. Para los participantes suelen ser experiencias extraordinariamente buenas y Elaine Aron se pregunta por qué. Los participantes traen a menudo historias de depresión y de soledad. Pero también expresan la felicidad que sienten en ese momento al sentirse libres por una vez, la posibilidad que les ofrece el encuentro para ser ellos mismos.
«Una manera en la que los altamente sensibles utilizamos nuestra sensibilidad es en darnos cuenta de lo que se espera de nosotros, lo que se considera normal y lo que quieren los demás. Y a continuación cumplir con ello. Desarrollamos una máscara adaptable a las circunstancias. Con ella encajamos perfectamente e incluso relucimos. Solamente detrás de ella somos nosotros mismos. Los hombres sensibles en la mayoría de las culturas realmente tienen que trabajarse su máscara, una que dice "soy tan macho como cualquiera de vosotros" o al menos "voy a mi rollo y no me importa lo que digáis de mí". Pero las mujeres sensibles han de desarrollarla también, para parecer sociables, vitales, duras, atentas y no demasiado sensibles».
Elaine Aron explica que la capacidad de imitar a la mayoría nos ayuda a encajar en la sociedad y a calmar nuestras emociones y que incluso podemos adoptar máscaras voluntariamente cuando las necesitamos.
«Siendo altamente sensibles somos más emocionales, aunque hemos aprendido a esconderlo. Nos hemos vuelto expertos regulando nuestras emociones, es decir, encontrando maneras que eviten que se nos vayan de las manos y nos abrumen. Una manera de hacerlo es imitando las respuestas de los otros, empleando su tranquilidad o simple falta de reacción. Los animales lo hacen continuamente. Las reacciones emocionales en los animales sociales están diseñadas para que sean contagiosas. Cuando alguien detecta peligro y le entra el miedo, o encuentra comida y se excita de alegría, todos los demás perciben esta respuesta emocional e instantáneamente también la sienten. Los más fácilmente contagiables son los individuos sensibles.
»El contagio emocional también sirve para mantener calmados a los animales sociales. Estamos menos ansiosos cuando nos rodea gente dispuesta a ayudar. Si se produce un ruido y si la mayoría no sensible lo ignora, los que somos sensibles podemos decidir que también podemos ignorarlo. Después de todo hay seguridad estando entre muchos y en la evaluación de la situación por una mayoría.
»Los humanos incluso podemos elegir ponernos una máscara de tranquilidad. Lo hice la primera vez que viajé con mi hijo en avión. Estaba un poco nerviosa por el vuelo. Ningún altamente sensible sincero consigo mismo puede obviar el hecho de estar en una lata de hojalata lanzada a esa velocidad y a la altura que va, pilotada por vete a saber quien (pero desde luego no una persona altamente sensible), con la temperatura fuera de la ventanilla que te helaría si no fuera porque antes te faltaría oxigeno, eso por no hablar de la probable explosión y el impacto contra el suelo. Pero sabía que tenía que mantenerme en calma por mi hijo, por lo que hice como si lo estuviera. Me puse la máscara de persona tranquila. Pero fingiéndolo, de hecho lo sentí. También me fijaba en las azafatas, que permanecían tranquilas sin dar importancia a nada, y me contagié de su máscara. Y pensé en los viajeros experimentados, ejecutivos que habían viajado miles de veces y que estaban tranquilos también en ese vuelo. Así que me tranquilice por contagio emocional. Mi rebaño no veía problema alguno. De vez en cuando el rebaño es una buena cosa».
Pero está claro que la máscara puede ser también un problema.
«Hay un coste alto cuando estamos tan atareados creando y mejorando esa máscara que al final nos identificamos con ella. Olvidamos prestar atención al que está detrás de ella, a quien tratábamos de proteger. Ni siquiera sabemos ya quién es esa persona. Todavía tenemos reacciones, sentimientos y opiniones pero las hemos silenciado, a veces hasta el punto de llevarlas al subconsciente para hacerlas casi inexistentes.
»Tarde o temprano las personas altamente sensibles se dan cuenta de que han hecho un pacto con el diablo. Se han perdido a ellas mismas. Han sofocado sus propias reacciones para poder encajar o permanecer tranquilos. Cuando comparten en un grupo de personas afines sus experiencias pueden finalmente mudar la máscara y liberarse (al menos un poco). Ya no tienen por qué sentirse avergonzados de sus emociones. Y esto es lo que hace que este tipo de encuentros sean tan importantes para ellos».
(Extraído de Loneliness and Shedding the Protective Persona del sitio The Highly Sensitive Person.)

27 de julio de 2016

La envidia a los extrovertidos

¿Qué es lo que los introvertidos envidian de los extrovertidos?
  1. Que sean tan sociables, que estén tan relajados en grupo y con desconocidos. 
  2. La abundancia de sus emociones positivas, su alegría, euforia y entusiasmo. Sus ganas de conocer el mundo, de encontrar algo en común con los demás y de celebrarlo. 
  3. La aparente conexión directa que disfrutan con la gente y las cosas, mientras que los introvertidos tienden a retroceder lo necesario para interponer su subjetividad.
  4. Dado que los extrovertidos parecen más conectados con la realidad, se diría que son más efectivos, decididos y espontáneos. Se lanzan sobre las cosas y las hacen sin darles demasiadas vueltas.
Según Elaine Aron el antídoto contra la envidia es considerar a qué estarían los introvertidos dispuestos a renunciar con tal de convertirse en extrovertidos. Lo analiza para cada uno de los puntos anteriores.


La sociabilidad

Elaine Aron habla de sus experiencias como introvertida. A menudo ha observado con envidia a pequeños grupos de amigos obviamente extrovertidos, divirtiéndose por el mero hecho de estar juntos, bromeando y riéndose. Familias grandes que se juntan de picnic en un parque o en la playa y a las que se ve que lo pasan en grande. Y luego esos tipos que saben cómo manejarse, entran en un lugar e inmediatamente forman parte de la conversación.
«Envidio a mis compañeros de viaje extrovertidos que siempre están haciendo amigos. Terminan conociendo al del bar, al cocinero del restaurante, a los otros huéspedes. Están siempre intercambiando direcciones de correo y prometiéndose permanecer en contacto por algún interés común que han descubierto tras sólo cinco minutos de conversación. De vez en cuando me abro a un desconocido, especialmente si es el otro quien se aproxima a mí, y a menudo me siento bien cuando sucede. Pero nunca he aprendido a buscar estos contactos. No me gustan las casas de huéspedes si te obligan a sentarte con extraños en la misma mesa. No me gustan los hosteleros parlanchines (sólo muéstrame la habitación para que pueda cerrar la puerta y descansar). Pero a la vez pienso que sería bonito si fuera un poco más amigable.
»Luego están esas mujeres extrovertidas que se animan nada más saludarse. Entre ellas me siento como una máquina rígida, sin corazón. Si hacen un remake de El Mago de Oz yo puedo ser la mujer de hojalata. Me recuerda al instituto y la universidad, cuando las chicas se sentaban en el suelo para hablar de chicos. Yo estaba estudiando, tratando de ignorar sus carcajadas.
»Incluso envidio, supongo, todas esas fans que guardan cola y navegan entre multitudes porque quieren presenciar algo. ¿O es solamente la camadería con las demás fans lo que les gusta? Envidio a la gente que piensa que el mejor momento para ir a un centro comercial es cuando está lleno de compradores felices. Y a la gente que disfruta acudiendo a la convención nacional para mezclarse con multitudes de colegas. Y la gente que busca trabajos de cara al público, que parecen medrar con el sólo hecho de estar con otra gente todo el tiempo.
»Supongo que a los que más envidio es a esos que nunca se sienten solos porque tienen tantos amigos llamando continuamente en lugar de unos pocos amigos cercanos que no suelen estar disponibles porque ellos también son introvertidos. Los extrovertidos llaman a alguien y al momento están intercambiando intimidades. A mí ni siquiera me gusta hablar por teléfono.
»¿Suena todo esto muy triste? Bueno, la verdad es que apenas estoy en lugares en los que puedo ver estas cosas de manera que no siento la envidia muy a menudo. Quizá aparece cuando he estado demasiado tiempo escribiendo, sola, y empiezo a pensar en toda la gente que se lo está pasando en grande ahí afuera».
¿Qué hacer con toda esta envidia? Elaine Aron dice que, o bien te fuerzas a hacer eso que envidias para conseguirlo para ti mismo, o bien te enfrentas al hecho de que en realidad no quieres aquello que envidias o lo que lo acompaña, y de esta manera permites que la emoción desaparezca.
«Yo me he forzado a mí misma a unirme a grupos o conocer a desconocidos y he comprobado que puedo hacerlo. Pero después siempre me siento exhausta y más segura que nunca de que no quiero ser una extrovertida. Ni siquiera tengo que probar cómo me sientan las multitudes, los centros comerciales, las ferias, las convenciones o incluso pasar mucho tiempo al teléfono. No son para mí».
Elaine Aron llama la atención en este punto sobre la timidez. Porque una de las maneras de quitarse de encima la envidia es probar aquello que envidiamos para ver si realmente lo queremos. Pero, ¿y si la timidez nos lo impide?
«Muchos introvertidos son también tímidos, pero estas dos cosas no son lo mismo. La timidez es miedo a que los demás nos juzguen y nos encuentren sosos, inapropiados, poco atractivos o lo que sea. Si a menudo te sientes tímido (todo el mundo lo es a veces, según las circunstancias) necesitas tratarlo para que tengas la opción de elegir si quieres juntarte con grupos y conocer gente. Podrías incluso descubrir que eres extrovertido después de todo».
Dejando de lado el impedimento de una posible timidez, ¿realmente quieres ser más sociable? ¿Qué es lo que de verdad eliges hacer de forma habitual, lo que te sale de dentro? Elaine Aron explica su caso:
«Estoy segura de que no quiero ser una extrovertida porque elijo no serlo casi todos los días. Necesito mi tiempo en privado para hacer lo que más quiero, para reflexionar y para crear. Conozco a mucha gente creativa y extrovertida a la que envidio por su capacidad de colaborar en proyectos comunes. Pero para mí la creatividad es algo muy personal. Prefiero expresar mis propias ideas, por mi cuenta, lo cual requiere tiempo para leer, pensar, tener una idea y expresarla. Sí que quiero que mis ideas lleguen a los demás pero para ello necesito tiempo ininterrumpido para mí. Ésta es la manera introvertida que tengo yo de ayudar a los demás. De conectar de una manera profunda. La manera en la que los extrovertidos conectan con la gente sencillamente puede no ser tan satisfactoria para los introvertidos».

Las emociones positivas

La psicología habitual considera que los extrovertidos experimentan más emociones positivas que los introvertidos. Cientos de estudios parecen confirmar la asociación entre las emociones positivas y la extroversión.
«Bobadas. Esta idea me saca de quicio. No hay nada que envidiar. Los extrovetidos puede que sientan más excitación, euforia y todo eso pero los introvertidos sienten más otro tipo de emociones: satisfacción, contento, serenidad, gratitud, ironía y amor profundo. Existen investigaciones a las que nadie presta atención que muestran que las emociones positivas de un extrovertido pueden parecer incluso negativas a un introvertido (toda esa excitación y escándalo). Y al revés, que las emociones positivas de un introvertido puede parecer negativas a un extrovertido (demasiado aburrido). Pero dada la prevalencia de la cultura extrovertida, la sensación general es la de que solamente los extrovertidos viven emociones positivas».
Sucede que los extrovertidos neuróticos dicen sentirse extraordinariamente bien cuando corren de una actividad a otra, de una persona a otra, pero en su caso este orientarse hacia afuera es probablemente una defensa que les permite alejarse de lo que está sucediendo dentro de ellos. Por supuesto los introvertidos neuróticos tampoco sentirán sus emociones positivas (la calma, el amor profundo) pero, al contrario que los extrovertidos, parecerán infelices.
«La causa real de la envidia es que los extrovertidos parecen siempre felices mientras que los introvertidos no».
Y, al parecer, esta idea de que los extrovertidos son los que tienen todas las emociones positivas va a mantenerse en la sociedad durante un buen tiempo. Los sistemas más populares actualmente para determinar el grado de extroversión están basados en la observación de las emociones positivas, hasta qué punto estas personas parecen ser enérgicas y abiertas. Es decir, no se indaga en la manera en la que se comporta o piensa, sencillamente se mira si muestra o no emociones positivas. A Elaine Aron la exaspera esto.
«Debido a la envidia, ¿deberías tratar de sentir las emociones típicas de los extrovertidos? Podría ser bonito pero dudo que se pueda forzar, a pesar de los libros que hayas leído para ser más feliz o de los cursos a los que hayas asistido para pensar de manera positiva. Los introvertidos tendrán que contentarse con otros placeres, más tranquilos, a los que al parecer tendríamos que renunciar para abrazar el exultante modo extrovertido».

La conexión directa con el mundo

Los extrovertidos tendrían una experiencia más objetiva de la gente y de las cosas mientras que los introvertidos preferirían traer la experiencia hacia dentro de ellos obteniendo un conocimiento subjetivo de la misma.
«Claramente, este entusiasmo por la experiencia directa del mundo exterior podría ser algo perfectamente envidiable. Los introvertidos tenemos menos oportunidades de conocer las cosas de primera mano (menos contacto exterior) y además filtramos las cosas desde nuestra perspectiva personal de manera que quizá perdamos la realidad tal como es».
Sin embargo, según el eminente psiquiatra C. G. Jung, la percepción nunca es objetiva, ni siquiera para los extrovertidos. Siempre está coloreada por las experiencias y la perspectiva de cada persona. De hecho, Jung llama la atención de los que creen que ven la realidad en su más pura objetividad, los que se creen poseedores de los datos reales y por tanto de la verdad. La superioridad que otorga la sociedad a lo objetivo con respecto a lo subjetivo puede ser origen de grandes males.
«Jung dice que todo lo que conocemos es subjetivo porque lo recibimos a través de nuestra mente. Sí, la subjetividad puede distorsionar las cosas pero de igual manera los "hechos" se distorsionan por el mero acto de ser percibidos por alguien. Sin embargo, el conocimiento subjetivo se valora menos porque se considera que su única fuente es la experiencia personal. Pero, según Jung, parte de ese conocimiento subjetivo viene del subconsciente colectivo, el cual reside en nuestra mente en forma de arquetipos».
La cuestión es la siguiente: los seres humanos y otros animales inteligentes pueden aprender interactuando con el mundo objetivo pero algunas actitudes importantes, reacciones emocionales y comportamientos no han sido abandonados a su suerte, para que sean aprendidos de nuevo en cada generación. Éstos se traspasan genéticamente o culturalmente como modelos mentales abstractos para diferentes situaciones. Son los arquetipos, los modelos (tipos) viejos (arcaicos).
«Situaciones que manejamos, en parte, utilizando este conocimiento subjetivo o innato-abstracto: emparejarse, criar a los hijos, aparearse, evitar depredadores. El entorno cultural también tiene su influencia en la manera en la que hacemos estas cosas pero en cualquier caso hay cierto conocimiento de base que fue lo suficientemente importante para la supervivencia como para que se nos transmitiera de alguna manera. Esta información puede ser transmitida genéticamente como comportamiento programado o instinto (por ejemplo, el miedo a las serpientes, las arañas, las alturas y la sangre) o puede transmitirse culturalmente como tradición. En cualquier caso, los que no tienen que redescubrir este conocimiento en cada generación sobrevivirán mejor.
»Hasta que lo necesitemos, este tipo de conocimiento reside en el subconsciente, listo para activarse a causa de una situación y convertirse en una reacción emocional instintiva o en un comportamiento, o bien en un sueño, o simplemente una forma de actuar automática porque "así es como siempre se ha hecho". 
»Aunque este tipo de conocimiento es en buena medida subconsciente, no se reprime en el sentido freudiano. Éste es el punto en el que más diferían Jung y Freud. Jung pensaba que parte de subconsciente está sencillamente ahí, como el sótano de una casa. Y creía que los introvertidos tienen un mejor entendimiento de lo que hay allí abajo, lo cual influencia más el modo en el que entienden lo que ocurre en la planta principal. Es decir, el sótano es la influencia subjetiva sobre la percepción de la realidad ordinaria.
»Tanto la perspectiva subjetiva como la objetiva, introvertidos como extrovertidos, pueden equivocarse en un situación dada. Pero dado lo mucho que la ciencia objetiva o la observación de los hechos y el razonamiento sobre ellos gobierna nuestro comportamiento, este tipo de conocimiento necesita ser equilibrado por el subjetivo. Poner a un bebé en una mecedora mecánica durante horas puede de hecho hacerlo callar y sostenerle un biberón puede ser muy eficiente para alimentarlo. Pero la mayoría de las mujeres tienen un sentimiento innato que les dice que un niño debe ser calmado y alimentado, parte de tiempo al menos, manteniéndolo abrazado. 
»Idealmente todos deberíamos usar ambos tipos de conocimiento, el objetivo y el subjetivo. Ésta es la condición a envidiar, no la posesión de un estilo u otro. El problema es que en nuestra cultura mucha gente ha aprendido a considerar solamente los hechos y los datos, y probablemente deberían valorar y apoyarse más en lo subjetivo (intuiciones, sueños, sensaciones, instintos). 
»Y al mismo tiempo, los introvertidos también necesitan salir al mundo, observarlo e interactuar con él. Si no, advierte Jung, podemos convertirnos en excéntricos. Por lo tanto, en este caso es sabio emplear la envidia para salir afuera y observar también los hechos. Pero sin reemplazar completamente la interpretación intuitiva por otra objetiva, la cual aportan ya otros en abundancia».

Efectivos, eficientes y espontáneos
«Los extrovertidos, al estar tan bien conectados con lo que sucede y con los hechos objetivos de una situación, actúan a menudo de forma decidida, sin el apartarse típico de los introvertidos para reflexionar. Además, teniendo los hechos tan a mano, las acciones de los extrovertidos son a menudo más efectivas, o al menos lo parecen. Desde luego están mejor adaptados y son mejor aceptados entre los que los rodean. Por supuesto los introvertidos vemos todo esto con envidia.
»Jung advirtió de que el conocimiento subjetivo, basado como está en el subconsciente colectivo, "es tan universal y simbólico que primeramente tiene que ser asimilado al conocimiento del tiempo actual". Solamente entonces puede tener un valor práctico para la vida.
Es decir, hay que hacer un trabajo interpretativo de lo que sucede en la realidad con respecto al conocimiento proveniente del subconsciente. Hay que salir y ver lo que sucede, experimentarlo y después traducir esta información con ayuda de la intuición, los sueños, las sensaciones y los instintos. Solamente así nuestra perspectiva resultará práctica, para uno mismo y para los demás. Por ejemplo:
«Vemos una bosque como algo más que madera o un conjunto de árboles, un bebé como algo más que la reproducción de material genético. Estamos participando y por tanto conocemos los hechos objetivos, o al menos cómo los ven otros. El bosque es grande, propiedad de cierta persona y tiene un cierto precio. Pero luego nos describimos a nosotros mismos el valor subjetivo que tiene dicho bosque, es el tipo de lugar salvaje que los humanos necesitamos conservar para poder recuperar nuestra esencia cada vez que lo visitamos. Y lo hacemos entender así a los demás para que también lo valoren.
»¿Deberías desear ser más efectivo, eficiente y espontáneo? No estoy segura de que puedas, aunque los humanos nos podemos entrenarnos para todo. Pero en tal caso perderías tu punto de vista único sobre las cosas. Sí, definitivamente es una carga extra ser un introvertido además de ser altamente sensible. No somos tan sociables, efusivos, enrollaos, rápidos para responder o eficientes en el sentido usual. Pero la introversión existe porque tiene una función que beneficia a todos. Equilibra el conocimiento horizontal del vasto, visible, mundo objetivo actual con un acercamiento al subconsciente colectivo y recupera desde allí un conocimiento vertical tan viejo como la vida misma».

(Extraído de What to Do about Extravert Envy del sitio The Highly Sensitive Person.)

24 de julio de 2016

Qué hacer con tus miedos

Hay un artículo maravilloso de Elaine Aron en el que habla de su experiencia al recorrer en balsa el Gran Cañón del Colorado, una actividad turística de tipo aventura que realizó junto a su marido.
«Quería hablaros de la majestuosidad del lugar, los animales que vimos, la felicidad de estar al aire libre día y noche a lo largo de 13 días y cómo mi sensibilidad me ayudó a vivir intesamente esta magnífica experiencia. Pero sé que lo que puede resultar más útil es compartir honestamente con vosotros la parte más oscura del viaje».
Va a hablarnos de sus miedos. Dice que en los talleres con gente altamente sensible suele preguntar a los asistentes por los temas que más les interesa tratar y éstos suelen estar relacionados con los miedos, las preocupaciones, las ansiedades. Al final es el sufrimiento el que nos mueve a interesarnos y a tratar de averiguar quiénes somos.

"Las mejores cosas de la vida son peligrosas" lee que pone en la camiseta que lleva alguien. Después están las fotos espectaculares que cuelgan de los lugares turísticos cercanos al Gran Cañón, de balsas de goma volteadas por una ola gigante y con la gente cayendo al agua.
«Desde que dije que sí al viaje, un año antes, estaba preocupada pero trataba de quitármelo de la cabeza. Todavía quedaba mucho (aunque el futuro termina llegando). Se supone que es seguro. Y sin embargo, cuando nos dieron las instrucciones de seguridad nos dijeron que un vuelco de la embarcación era posible. Tampoco sería un desastre pero era necesario saber cómo actuar en el agua».
Aquí pasa a explicar lo que se debe hacer en caso de vuelco y, la verdad, suena bastante exigente, de ese tipo de cosas que es posible hacer pero a condición de que se mantenga la calma. ¿Pero es posible mantenerla en una situación de peligro real? Elaine Aron explica todo esto para que se entienda el nivel de ansiedad con el que comienza su aventura.
«Por supuesto no toda persona altamente sensible respondería de la misma manera que yo a la experiencia de hacer rafting en el Gran Cañón. Y no quiero asustar a nadie sobre una vivencia que resultó ser tan enriquecedora para mí. La cuestión esencial es que a los altamente sensibles no les gustan los riesgos. Esta aversión a los riesgos proviene de la profundidad de procesamiento (lo ponderan todo por lo que siempre existe la posibilidad de que algo vaya mal), la reactividad emocional (si resulta que va mal entonces se siente uno fatal), ser fácilmente sobreestimulado (amenazas, pérdidas, dolor, etc. son más sobreestimulantes de forma que tratamos de evitarlos a toda costa), y la sensibilidad a estímulos sutiles (vemos peligros que otros no ven).
»Detestamos especialmente la incertidumbre. "Las balsas raramente vuelcan", nos dicen. Pero las estadísticas no son muy tranquilizadoras cuando uno es parte de ellas. El problema, por supuesto, es que incluso estar tumbados en la cama por la noche comporta el riesgo (aunque sea diminuto) de algo malo que nos pueda pasar. Te levantas por la mañana, conduces a algún lugar y puede sucederte algo. Y así con todo. ¿Qué es un riesgo alto? Aquí es donde nuestra experiencia juega un papel fundamental. A algunos les enseñaron de pequeños a sentirse seguros, a interiorizar la sensación de que nada malo sucedería. A otros nos enseñaron o aprendimos de la experiencia que algo muy malo podría pasar.
»Me encontré de nuevo reviviendo mi infancia como niña sensible. Gran parte de la misma tuvo que ver con mis miedos, sencillamente porque nadie se molestó en ayudarme a superarlos. Los niños altamente sensibles son por naturaleza precavidos pero se les puede ayudar a vencer sus aprensiones o, por el contrario, se les puede dejar a su aire y que se hundan en los miedos. A ello contribuye el procesamiento cuidadoso que hacen de las advertencias de peligros y los comentarios que escuchan, de cosas que oyen en cualquier sitio sobre accidentes y muertes, y especialmente su propia imaginación vívida, que les hace temer los peligros sin haber tenido la oportunidad de contrastarlos con experiencias seguras».
Elaine Aron pasa a describir los miedos de su infancia.
«Uno de mis mayores miedos era caerme. Es un miedo normal en los niños pero en mi caso quizá fuera agravado por alguna experiencia mala. Recuerdo algo de cuando tenía unos dos años pasando por entre un círculo de adultos desconocidos interpretando una comedia en la que era protagonista y sintiéndome aterrada. El miedo a caerme se ha interpuesto en mi camino toda mi vida. Cuando era una niña me encantaban las caminatas pero me daban miedo los pasos estrechos. Me gustaba mucho el agua pero tenía tanto miedo de meter la cabeza (una forma de dejarse caer) que no aprendí a nadar hasta los 13 años. Lo mismo con la bicicleta y con los patines. Es bastante complicado ser una niña normal en el barrio cuando ni siquiera puedes seguir a los demás cuando andan en bici. También adoraba los caballos pero no me atrevía a montarlos por miedo a caerme. ¿Cómo es que nadie me ayudó a superar todo esto? Pienso que convenía tener a una niña miedosa porque requieren menos vigilancia. Pensar en ello todavía me pone furiosa, francamente».
En otro sitio explica cómo logró aprender a nadar finalmente. Dice que llevaba tomando clases de natación todos los veranos pero no había manera, todos los años alguen de su clase aprendía a nadar excepto ella (cuando era más pequeña sus padres le habían dicho un millón de veces "ten cuidado, no metas la cabeza en el agua porque te puedes ahogar" y ahora, de repente, era precisamente lo que tenía que hacer). Incluso llegó a llenar una palangana de agua en casa para tratar de meter la cabeza en ella pero sencillamente no podía. Finalmente se encontró con una monitora sensible que le proporcionó tapones para la nariz, los oídos y gafas para el agua. Después la dejó sola con algunas piedras en el fondo de la piscina para que las recogiera cuando pudiera. Tenía 13 años y mucha determinación, y finalmente no había peligro de que el agua entrara por ningún sitio en su cabeza. Logró recuperar las piedras del fondo. Mientras lo hacía experimentó cómo cuando bajas la cabeza, la parte de abajo del cuerpo tiende a subir. Pudo comprobar que flotar es natural mientras que hundirse y ahogarse es más difícil.
«Así que [durante la aventura] me encontraba de nuevo con mis miedos, no como los demás del grupo, que parecía gente desenvuelta en actividades al aire libre, aficionados al rafting que ya tenían experiencia. Mientras que en mi caso el miedo me estaba arruinando el viaje. He aquí lo que escribía en mi diario el Día 5: "Me gustaría que pudiera sentir algo más que miedo y ansiedad, por hacerlo todo bien, por las ampollas que me puedan salir en los pies, por elegir la balsa adecuada por la mañana (la más segura, la más afortunada), por elegir el lugar idóneo cada noche para desplegar la cama (sin hormigas, sin que haya mucha pendiente), por tener cuidado de no caerme. A cualquier sitio que vayas, te llevas a ti mismo allí".
»También estaban los miedos sociales. La gente era muy amable pero surgieron esos miedos sociales primitivos a los que soy especialmente proclive, como quizá ocurra a todos los que son altamente sensibles. ¿Les gusto? ¿Les gustamos mi marido y yo? ¿Se dieron cuenta cuando cometí ese error? ¿Por qué no me preguntan por mí? Los veo a todos hablar juntos pero no parece que hablen con nosotros tanto. ¿Nos dejan de lado a propósito? O es que somos demasiado aburridos, viejos, intelectuales...?
»Entonces interviene el introvertido: ¿En realidad, quiero hablar con ellos? Probablemente no los volveré a ver de nuevo. Tenemos tan poco en común.
»Después interviene la voz crítica: ¿Pero qué hay de abrir mi corazón? ¿No era esa una de mis mayores prioridades? Pero lo único que quiero es atender al Cañón. No quiero tener que hablar ni escuchar. Claro, no es raro que entonces te sientas excluida.
»¿Qué es lo que pasa conmigo? Miro al Cañón pero no me parece que sienta nada. Si tuviera que escribir un poema sobre el mismo no me saldría nada».
Y he aquí la solución que da a todo este desbarajuste:
«Mirando atrás, sonrío. Esto es lo que me gustaría que aprendierais a hacer vosotros también. No quiero ser simplista, y puede que sea mi edad, pero estoy harta de intentar superar los malos momentos si no hacen daño a nadie más. Volví entera, con mis mejores partes también, aunque éstas pasaran desapercibidas en ese momento. Y respecto a lo de no sentir suficientemente, lo hice más tarde y todavía lo sigo haciendo. Me consuelan las palabras del poeta William Wordsworth: "La poesía es el desbordamiento espontáneo de sentimientos potentes: se origina en emociones recogidas en la tranquilidad". Las emociones potentes que se estaban produciendo en el Cañón, las que no sentí de manera consciente en ese momento por culpa de los miedos, no me abandonarán. Y el miedo en cambio, sí que ha desaparecido [ahora que escribo esto].
»Aunque no sé si podría volver a hacerlo, a pesar de que me gustaría, y envidio a aquellos que vuelven, algunos incluso todos los años. Pero me vienen los momentos de miedo pasados en la balsa, que fueron terroríficos. Y a la vez lo bonito que era todo aquello, algo indescriptible. Puedo decir además, que mi sensibilidad me ayudó a apreciar más algo que de por sí era de una belleza infinita».
Elaine Aron termina este artículo hablando de los proyectos que nos dan miedo pero en los que nos embarcamos a sugerencia de otros, porque de otra manera ni siquiera los consideraríamos. De la incertidumbre que los acompaña, de la que solamente podemos escapar cuando terminan. Del esfuerzo que conllevan. Y finalmente de la satisfacción que producen, a pesar del sufrimiento. Después de la tensión viene el relax, junto con los que nos han acompañado en el viaje. Y ambas cosas parecen ser necesarias.

(Extraído de What to Do with Your Fear When the Best Things in Life May Be Dangerous en el sitio The Highly Sensitive Person.)

20 de julio de 2016

Ventajas de la alta sensibilidad

Ventajas para alguien altamente sensible y para los de su entorno:

  • Gracias a todo ese procesamiento profundo, sencillamente tenemos un mejor entendimiento de lo que sucede en estos momentos, para el caso en que lo necesitemos saber o se nos pregunte. Nos damos cuenta de cómo se desarrollaron las cosas y cómo podrían evolucionar. Es decir, somos intuitivos.
  • Somos creativos. La creatividad suele consistir en poner juntas cosas que normalmente no se considera que vayan a la vez, y ello requiere un procesamiento más profundo y más completo de las experiencias, situaciones y posibilidades. Pero hay excepciones porque las personas altamente sensibles pierden la confianza si fueron criticadas a una edad temprana, en tales casos su creatividad puede haber sido reprimida y relegada a sus sueños o fantasías o a apreciar los trabajos creativos de otras personas.
  • Somos muy concienzudos de manera automática porque pensamos sobre las consecuencias de nuestra acción o inacción. Además reflexionamos y aprendemos de nuestros errores. Nos tomamos muy en serio las críticas negativas, tratando de cambiar a consecuencia de las mismas. La gente se queja de que "nos tomamos las cosas con demasiada seriedad" o "de forma demasiado personal". Pero, ¿no preferiríamos tener cirujanos, jueces y gobernantes que se tomaran su trabajo de esta manera? Todo el mundo se beneficia de nuestra diligencia.
  • Somos compasivos y empáticos. Podemos leer las señales emocionales en los demás. Somos muy emocionales nosotros mismos y por ello podemos imaginarnos perfectamente lo que sufre alguien que no siente comprendido. Nos comunicamos con delicadeza porque así es como nos gusta que se comuniquen con nosotros.
  • Somos buenos para detectar la comunicación no verbal e indicadores de necesidades físicas y emocionales. Esto nos da la capacidad para intuir el subconsciente de nuestra mente y para captar las necesidades de los que no pueden hablar, como los animales, las plantas, los niños pequeños y el cuerpo humano.
  • Como somos más emocionales, somos lo que se puede llamar "líderes emocionales". Es inevitable que seamos más emocionales porque lo procesamos todo más profundamente, detectando todas sus consecuencias emocionales e intelectuales. No solamente sentimos más las emociones negativas; también sentimos más amor, alegría, orgullo, asombro y el resto de emociones positivas. Somos conscientes antes de los demás de las emociones que se están sintiendo. Si es un momento apropiado para llorar, enfadarse, huir, expresar gratitud, dar un abrazo, etcétera, a menudo lo hacemos primero (o dejamos de hacerlo) de manera que los demás nos siguen. Desde luego podemos equivocarnos por mala información o al ser arrastrados por complejos.
  • Tenemos un fuerte sentido de lo que hace de un lugar un sitio agradable. Podemos hacer pequeños cambios que nos harán sentirnos más cómodos a nosotros y a los demás.
  • Estamos más en contacto con el subconsciente personal y colectivo. Una señal de ello son nuestros sueños vívidos. Otra es nuestra capacidad para detectar lo no verbal, que es la manera en la que el subconsciente se revela. Otra es nuestra intuición, que nos permite profundizar en lo que subyace bajo la superficie de las cosas. Este contacto con el subconsciente es muy valioso porque nos da pistas sobre los pasos a dar en la vida.

Ventajas para el mundo:

  • Las personas altamente sensibles suelen ser los consejeros de los líderes que ocupan los puestos poder. Sin ellos, se tomarían decisiones poco agudas, sin una buena estrategia y sin considerar las consecuencias a largo plazo. Aunque resulte impopular y desagradable, detectamos todas posibles consecuencias de tratar de lograr un beneficio rápido: una caída en la satisfacción del cliente, deterioro de imagen pública, salud ambiental... Cualquier historiador debería estar de acuerdo en que cuando una cultura no reflexiona lo suficiente (no hace suficiente uso de las personas altamente sensibles) empieza a decaer. Los puestos que son especialmente indicados para ellos son ocupados por los que no son tan sensibles (enseñanza, consultoría, planificación, interpretación de las leyes...). Los que no son altamente sensibles pueden parecer mejor dotados porque son capaces de tolerar más información en poco tiempo y tomar decisiones más rápidamente. Se manejan mejor bajo estrés y dan las respuestas que se quieren oír. Pero cada uno de estos campos cambia a peor, porque los no sensibles lo harán de manera diferentes en estos campos, pero con respecto al largo plazo, lo harán peor.
  • La sociedad se beneficia de tener a una persona altamente sensible haciendo cualquier trabajo. Podemos hacer casi cualquier trabajo pero lo haremos de manera diferente y por lo tanto aportaremos estrategias diferentes, lo cual puede ser muy interesante.
  • La sociedad también se beneficia cuando algunos de sus miembros (normalmente altamente sensibles) se preocupan de la justicia social. Sabemos (por pura lógica o porque lo sentimos) que siendo justos y amables con todas las personas lograremos los mejores resultados para todos a largo plazo.
  • Las personas altamenente sensibles de género masculino realizan una importante contribución ayudando a contener a los hombres no sensibles. La mayor parte de la violencia en el mundo la causan los hombres, de forma impulsiva por aquellos que no se han tomado el tiempo de ver los efectos a largo plazo de la violencia, o de planificar una estrategia que conseguiría los mismos resultados con menos esfuerzo y costo. Los hombres altamente sensibles raramente están a favor de la violencia, no por cobardía, y ni siquiera por compasión, sino porque pueden entender el daño que produce tanto a las víctimas como a los que la perpetran.
  • Nuestra receptividad hacia la naturaleza, la valoramos y con un poco de atención percibimos lo que es necesario hacer para mantener el equilibrio. También podemos anticipar los peligros en la naturaleza y podemos predecir las malas consecuencias que conlleva el ignorarla.
  • Uno de los mayores regalos que podemos ofrecer al mundo es nuestra casi obsesión con encontrar significado a la vida, ya sea en una búsqueda espiritual, psicológica o filosófica. Como reflexionamos sobre ello más que otros, somos requeridos para aportar nuestra opinión o sencillamente nuestra presencia.
  • Como somos más susceptibles con lo que es desagradable, nocivo o dañino, todo el mundo se beneficia cuando se hacen cambios que nos permiten estar más cómodos (leyes para prohibir el tabaco en lugares públicos, leyes contra el maltrato en la escuela...).

(Extraído de The Benefits of Being Highly Sensitive, for Ourselves and Our World del sitio The Highly Sensitive Person.)

17 de julio de 2016

Las sombras de la alta sensibilidad

Con este escrito, Elaine Aron intenta equilibrar los artículos en los que viene alabando todo lo bueno que tiene ser altamente sensible. No quiere parecer tendenciosa, irreal o poco justa con los no tan sensibles. No trata aquí los problemas habituales (la facilidad con la que nos abrumamos, reaccionamos emocionalmente...) sino otros que quedan escondidos, ocultos, como si ser consciente de ellos resultase doloroso. Elaine Aron advierte de que los siguientes puntos no tienen por qué ser un problema para todos. Son solamente posibilidades debidas al rasgo de carácter altamente sensible.

Podemos ser críticos
«Tenemos la habilidad de ver las cosas y por lo tanto de detectar los fallos. Como también queremos ser amables, a menudo nos guardamos las críticas para nosotros, pero en algunas ocasiones las soltamos. Algunos lo hacen con sus parejas o sus hijos. A mí me pasa cuando escucho algo intelectual, en una charla o en una clase. Como me gusta pensar con profundidad sobre las cosas, inevitablemente encuentro agujeros en los argumentos. Con mi marido tengo largas discusiones intelectuales que siempre tratan de mejorar las ideas de cada uno y tras muchos años de práctica no solemos tener conflictos. Pero muy a menudo, en público, suelo disgustar al orador o al profesor con mis comentarios que suenan a ataque. Así que tengo que acordarme de los sentimientos del que habla, de que puede afectarle lo que yo diga, y tratar de acolchar mis sugerencias con alabanzas acerca de lo que tiene de bueno su trabajo. 
»La cuestión es que aquéllos que me consideran una persona excepcionalmente amable siempre se asombran al ver esta otra parte de mí, de la que a mí misma no me gusta ser consciente. A eso me refiero cuando hablo de las sombras de cada uno».

Podemos rendirnos con demasiada facilidad
«Dejarnos vencer fácilmente, aceptando una posición por debajo de nuestro valor. Siendo obsequiosos, sumisos, serviciales. Débiles. No físicamente, sino socialmente. Podremos decir que estamos siendo amables o que mostramos nuestra empatía, o que en realidad no nos importa, pero este sentirnos inferiores no nos permite decir lo que pensamos y ser tratados justamente. Dejamos que nuestros límites nos los impongan los demás.
»Este comportamiento podría deberse a problemas durante la niñez, por haber sido acosados, abusados, criticados, ignorados por alguien durante los primeros años, siendo los niños altamente sensibles especialmente vulnerables a estos hechos. También puede suceder por la interpretación que hace la sociedad de nuestra forma de proceder. La pausa para comprobarlo todo antes de actuar se interpreta como indecisión, inhibición o timidez. Las reacciones emocionales fuertes por el procesamiento profundo del significado de las cosas nos llevan a las lágrimas, los temblores y ello se interpreta como debilidad, cobardía, falta de control. De alguna manera, como nos lo dicen los demás, empezamos a pensar que todo ello es cierto y en consecuencia nos devaluamos socialmente.
»Entender el valor que tenemos como personas altamente sensibles puede ser de gran ayuda para devolvernos la autoestima. Ser conscientes de esta sombra puede servir para transformarla en algo más útil: humildad, por ejemplo, y una mayor capacidad de ayuda al conocer por propia experiencia lo duro que es para otros que se sienten así».

Podemos hacer como que no somos débiles
«Tratamos de compensar ese sentimiento de verguenza por sentirnos inferiores, pareciendo indiferentes, incluso arrogantes, fríos. Tratando siempre de ser los mejores en lo que hacemos podemos ser despiadados, es decir, podemos perder la empatía. O tratando de probar nuestra valía podemos dejarnos la piel maltrando nuestro cuerpo. La vergüenza y el rechazo son horribles. Surgen en nosotros y nos duelen más. De manera que quizá involuntariamente convertimos en una prioridad evitar este sufrimiento.
»Otra forma de resolver nuestra sensación de debilidad es darse plenamente al servicio de una causa social, de un camino espiritual, de unas leyes de vida de acuerdo a Dios o a la naturaleza. Es una forma de altruismo que no es libre, porque se convierte en la única manera de sentirse a salvo y querido. Es importante mantener la consciencia en todo lo que hacemos».

Podemos ser indecisos
«Creo que las mejores decisiones se hacen después de valorar todas las consecuencias y siempre espero tener el tiempo necesario para recoger la información que necesito. Las personas altamente sensibles evolucionaron hacia seres tan reflexivos porque era una estrategia que permitía sobrevivir mejor cuando se pasa por una fase peligrosa. Por ejemplo, si hay más depredadores este año, o si no hay suficiente comida hasta que comiencen las lluvias, para evitar comer cualquier cosa y enfermarse, es necesario escoger con cuidado. Pero tenemos que actuar al cabo. Hacer algo. Comer. Hay que arriesgarse. Es un riesgo porque casi nunca sabemos las consecuencias con total seguridad. Gestionarlo lo mejor posible ayudados de nuestra intuición forma parte de la vida».

Podemos ser irritables
«Nos volvemos irritables con nuestra mente cansada después de todo este procesamiento. Los más cercanos saben que no se puede bromear con nosotros en esos momentos. Cuando tenemos hambre significa que queremos comida. YA.
»O quizá sólo deseemos que nos dejen solos. ¿Somos capaces de aguantar un poco, hasta que nos vayamos a la cama y podamos escondernos bajo la manta? ¿O es que nos abandonamos con secreto placer a la autocompasión por sentirnos derrotados? ¿Nos responsabilizamos por nuestra parte de culpa al dejarnos sobreestimular? ¿O se la echamos toda a quien rebasó el vaso con la última gota?
»¿Qué hay de las situaciones en las que declaramos con rotundidad que algún estímulo (música, olor, decoración, comida) es sencillamente horrible? ¿Inaguantable? Bien, es nuestra opinión. Siempre es difícil entenderlo cuando los demás ni sienten ni piensan exactamente igual. Pero es el mismo problema que tienen los que no son sensibles con nosotros (sólo que ellos son mayoría). Podemos ser tan despiadados como ellos.
»De manera similar, si quieres evitar la irritación en casa, aprende a tolerar un poco de desorden e incomodidad por mor de los demás, o para que puedas relajarte y estar más tranquilo. Las personas son más importantes que las cosas. No ser tan escrupuloso te hará más humano ya que la mayoría de las personas no serán tan ordenadas, organizadas y cuidadosas como tú».

Podemos sentirnos frustrados por las expectativas
«Muchas personas altamente sensibles hacen silenciosamente su trabajo, esperando que los demás lo noten y los aprecien por ello. Esperando que el mundo sea justo. A veces funciona pero más a menudo no se produce el reconocimiento y otro que se hizo notar más recibe los elogios y el ascenso. Después, la persona altamente sensible se queda perpleja, se amarga y se vuelve cínica, quizá pasiva agresiva, llegando tarde al trabajo, etc. De forma que la sombra de tu modestia y trabajo concienzudo es tu creencia secreta de que deberías ser premiado.
»Así que tenemos que recordar que las personas que no son altamente sensibles no perciben las sutilezas. No responden a los indicios».

Podemos convertirnos en excéntricos y raros
«Podemos perder el contacto con la realidad si pasamos demasiado tiempo solos, protegiéndonos de la sobreestimulación. Tenemos que formar parte de la sociedad».

Termina Aron el artículo diciendo que es importante ser conscientes de nuestras sombras, a pesar de que algunas puedan resultar dolorosas. Conocer nuestras sombras nos convierte en personas más completas y más tolerantes con los demás.

(Extraído de The Shadow Side To High Sensitivity del sitio The Highly Sensitive Person.)

13 de julio de 2016

Regulación emocional

«Las personas altamente sensibles sentimos de manera muy intensa. Las emociones son tan fuertes que nos motivan a procesarlo todo en profundidad. Pero esta intensidad puede ser abrumadora, especialmente cuando tenemos sentimientos negativos. Por ello es necesario aprender habilidades para regular las emociones. 
»Por regulación emocional entendemos algo que hacemos de manera continua: consciente o inconscientemente influenciar las emociones que tenemos, cuándo las tenemos y cómo las experimentamos y las expresamos. ¿Estás de mal humor? Sal a dar una vuelta. ¿Lo consideras absurdo pero no es apropiado reírse? Disimula esa risa. 
»¿Podemos ser más habilidosos con ello? Desde luego. Pero hay que tener en cuenta que buena parte de la regulación emocional es inconsciente. Eso quiere decir que seguramente fue aprendida en la niñez o de manera forzada. Por ejemplo, nos sentimos tristes y quizá pensemos que es insoportable pero no sabemos por qué. Puede que sea porque cuando éramos pequeños no nos ayudaron cuando estábamos sintiendo emociones abrumadoras. O veíamos a los adultos a nuestro alrededor incapaces de controlarse ellos mismos, de manera que ¿por qué íbamos a ser capaces nosotros? 
»Por otra parte existen personas altamente sensibles que de niños aprendieron muy bien a regular sus emociones. Su buen humor y ausencia de ansiedad pueden ser envidiados por los que tienen problemas. Pero en cualquier caso cada uno es como es. Cada cual tiene que jugar con tus cartas, no con las de alguien con mejor suerte. Asimismo, si tienes buenas cartas no es justo decir que aquéllos con malas cartas no son muy buenos en el juego. La suerte es un factor enorme. Pero todos podemos hacerlo mejor.
»La estrategia para mejorar la regulación emocional es:
  1. Acepta tus sentimientos.
  2. No te avergüences de ellos.
  3. Convéncete de que puedes enfrentarte a ellos tan bien como los demás.
  4. Confía en que los malos sentimientos no durarán mucho.
  5. Asume que hay esperanza. Siempre podrás hacer algo para solucionarlo.
»Existen estudios que demuestran que las personas altamente sensibles tienen mayor tendencia a sufrir emociones negativas: depresión, ansiedad y estrés. Lo que también tienen es mayores dificultades para emplear los mecanismos de regulación de la lista anterior. Quizá sea porque muchos de nosotros hemos tenido tan malas experiencias que las estrategias típicas no funcionan. Quizá nuestros malos sentimientos duran más tiempo y no podamos cambiarlos. Quizá sencillamente estas actitudes son así para algunos de nosotros, especialmente para los que no aprendieron estrategias de regulación cuando eran pequeños. Cualquiera que sea nuestro pasado, nos preocupamos más que otros y muchos de nosotros estamos estresados tratando de gestionar nuestras vidas en un mundo que no es sensible.
»Pero a menudo el fracaso al emplear esos cinco consejos anteriores puede deberse, al menos al principio, a un problema de inconsciencia. Quizá debas primero reconocer que te sientes avergonzado por tus sentimientos o que te parece que no se irán jamás. Quizá leer esto te permita ser más consciente de estas herramientas y tengas la oportunidad de emplearlas. En concreto, ayuda mucho reemplazar la sensación de derrota con algo de esperanza y confianza al tratar de aplicar nuevas estrategias para solucionarlo. Compartirlo con otras personas puede ser también fundamental.
»La regulación emocional se puede aprender. Puedes comenzar con métodos de autoayuda o acudiendo a psicoterapia. Y si lo necesitas, la medicación te puede ayudar a superar momentos difíciles».
Aquí Elaine Aron pasa a hablarnos de lo que a ella personalmente le funciona:
«Un método que los científicos elogian es el de distraerse pensando en otras cosas, especialmente trabajando. No estoy tan segura de esto. Sí, mis emociones se desvanecen cuando comienzo a escribir, investigando una idea o sencillamente leyendo estudios. Sin embargo he aprendido que a la larga no es una gran idea porque canso mi cerebro y éste es un órgano que usa una gran cantidad de la energía corporal. Una vez estoy cansada tengo menor tolerancia a mis emociones negativas. Así que habría que tener cuidado con el tipo de distracciones, eligiendo quizá otras que no sean agotadoras.
»La cuestión es que nuestras emociones vienen de nuestro cuerpo, para bien y para mal. A menudo podemos cambiar nuestras emociones cambiando el estado de nuestro cuerpo y el estado de nuestro cuerpo a su vez cambia con nuestras emociones. Por ello recomiendo descanso en general, pasar tiempo en la naturaleza, tiempo en el agua o cerca del agua, meditación y dormir mucho. Descansar es la base de toda actividad. Todo lo que pensamos y hacemos está determinado por nuestro estado de consciencia, la cual varía entre sentirnos cansados y mal a sentirnos completamente despiertos y brillantes. Estos estados cambian de acuerdo a la manera en la que tratamos a nuestros cuerpos.
»Normalmente dormir bien por la noche mejora las cosas. Y si no, al menos con una mente fresca serás más capaz de entender las razones que te llevan a sufrir unas emociones tan negativas. Algunos sentimientos son inevitables, como el duelo por una pérdida o el miedo ante un evento realmente amenazante, y en estos casos solamente el tiempo ayuda. Pero muchas veces debemos considerar en profundidad nuestros complejos o las heridas más profundas que nos afligen para poder controlar nuestras emociones o al menos tolerarlas.
»Y sobre todo, después de descansar, siempre nos queda tomar un poco de perspectiva y contemplar la vista completa. Quizá se trate solamente de salir afuera y mirar las estrellas, o entender que lo que te preocupa no será importante dentro de un año.
»Descansar no siempre ayuda, por supuesto. No hay nada que ayude siempre. Pero cuantas más ideas tengas sobre regulación emocional que funcione en tu caso, mejor».
(Extraído de Emotional Regulation and HSPs en el sitio The Highly Sensitive Person.)

10 de julio de 2016

La genética de la alta sensibilidad

Las investigaciones acerca de los rasgos de la personalidad buscan identificar los genes asociados a la producción de los dos principales neurotransmisores: la serotonina y la dopamina.

Simplificando enormemente, el "Sistema de Activación de la Conducta" estaría relacionado con la dopamina y los centros del placer del cerebro. Una persona con un fuerte sistema de este tipo estaría muy motivada para actuar sin pensárselo demasiado, buscando entre las experiencias nuevas cosas buenas que le procuren el bienestar deseado.

Por otra parte el "Sistema de Inhibición de la Conducta" ("Sistema de Pausa para Chequear") vendría relacionado con las partes del cerebro encargadas de la atención y el procesamiento de la percepción. Para tener un fuerte sistema de este tipo, una persona altamente sensible tendría genes que causarían una menor disponibilidad de serotonina en el cerebro.

Elaine Aron lo ilustra muy bien en su libro La persona altamente sensible:
«La serotonina sería algo así como la policía. Cuando hay mucha serotonina, como cuando la policía está patrullando, lo encontramos todo más seguro y ordenado. Contribuye a arreglar los problemas que surjan en cada área. La policía controla el tráfico si hay un atasco o vigila el crimen si hay problemas de seguridad. De manera similar la serotonina termina con la depresión si alguna parte del cerebro está causándola y previene los comportamientos compulsivos y perfeccionistas originados en alguna otra parte. Siguiendo con la analogía, con toda esta policía en el entorno, una sombra en una callejón no parecería un peligro, lo cual iría en contra de un fuerte Sistema de Pausa para Chequear (de ahí la tendencia de los altamente sensibles a tener menos serotonina)».
Es decir, menos serotonina significa menor sensación de seguridad, optimismo y confianza en el futuro. Por ello disponer de menos serotonina lo vuelve a uno más vulnerable a la depresión en respuesta a malas experiencias vitales.

Y sin embargo, la menor disponibilidad de seronotina motivada por este gen encontrado en las personas altamente sensibles no puede tener solamente efectos negativos porque de ser así no se hubiera mantenido evolutivamente. Las ventajas están relacionadas con una mayor capacidad receptiva. Por ejemplo, una mayor aversión al riesgo cuando se percibe que hay pocas probabilidades de ganar pero una mayor búsqueda del mismo cuando se descubren que hay altas probabilidades de ganar. También, mayor índice de reflexión antes de tomar decisiones difíciles. En definitiva, las ventajas que trae consigo el rasgo de la alta sensibilidad.

(Extraído de HSP Research: Recent Genetic Findings del sitio The Highly Sensitive Person.)

6 de julio de 2016

La etiqueta de la timidez

«Todo el mundo se preocupa a veces sobre lo que los demás piensan de ellos. Todo el mundo. Te pueden decir "no te preocupes, nadie te está juzgando". Pero si eres altamente sensible te das cuenta de que la gente te mira y te juzga. La gente normalmente lo hace. Y, siendo altamente sensible, la preocupación hace que te sientas sobreexcitado.

»Esa sobreexcitación te hizo sentir que fallaste en una situación social en algún momento de tu vida. Los demás te dijeron que hiciste algo mal o no parece que gustaras y eso te dolió, siendo como eres tan reactivo emocionalmente. Quizá estabas ya sobreexcitado de antemano previendo que algo podía ir mal.

»Pero un fracaso no es suficiente para convertir a alguien en un tímido crónico. Sucede que la próxima vez que estuviste en la misma situación estabas más excitado porque temías volver a fracasar y ello hizo más probable el fracaso. Y la siguiente vez estabas demasiado excitado: no podías pensar en nada que decir, te comportaste de manera inferior y en consecuencia los demás también te trataron como a alguien inferior. Posteriormente trasladaste el mismo comportamiento a otras situaciones similares.

»Pero no naciste tímido. Solamente sensible. Los perros, los gatos, los caballos, también tienen un sistema nervioso sensible. De algunos de ellos que no se atreven a acercarse a nosotros decimos que son tímidos pero sería más exacto decir que tienen miedo debido a que han sido maltratados en algún momento de sus vidas.

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»La etiqueta "tímido" no es aceptable por tres motivos:

»1. Es totalmente inexacta. Se pierde lo que en esencia eres, tu sensibilidad hacia lo sutil y tu dificultad con la sobreexcitación. La sobreexcitación no siempre es debida al miedo pero interpretarla como miedo puede hacerte sentir miedo, es decir, sentirte tímido. La timidez es un estado mental, no un rasgo del carácter.

»Pero se confunde con un rasgo de carácter porque la mayoría de la gente es socialmente extrovertida y cuando ven que estás sobreexcitado no saben lo que te pasa y creen que debe de ser debido al miedo a ser rechazado. Eres tímido, te dicen. Temes el rechazo. ¿Por qué, si no, no te socializas? Pero quizá es que hayas elegido estar solo, tú eres el que está rechazando. Quizá seas un introvertido y prefieras dedicar tu tiempo a hacer otras actividades que te interesan más y que no te cansen tanto. Pero puedes ser objeto de su crítica, que no entiendan que haya gente que no necesite la misma estimulación social, que proyecten en ti su propio miedo a ser rechazados.

»Si pasas menos tiempo en grupos o conociento a gente, cuando tienes que estar en esas situaciones estás seguramente menos preparado. No es tu especialidad. Pero deducir de ello que eres tímido o temeroso es inexacto.

»2. Es negativa, conlleva un prejuicio social que baja la autoestima. La gente asocia tímido a ansioso, vergonzoso, temeroso, inhibido. Cuando también podría relacionarse con términos más positivos como discreto, autocontrolado, considerado, sensible. Cuando alguien trata de ayudarte te dice que a pesar de ser tímido tú también eres digno de gustar. Eso no hace más que confirmar que algo malo pasa contigo. Sin saber el rasgo de carácter sensible que hay por debajo te dan una razón equivocada para tu comportamiento menos sociable y no te pueden dar las múltiples razones reales por las que deberías sentirte bien contigo mismo.

»3. Se autocumple, se produce lo que se conoce como una profecía autocumplida, terminas por ser efectivamente tímido porque te dicen que lo eres. La realidad la construimos a partir de lo que nos dice el entorno. Si comunicamos a una persona que es tímida entonces esa persona en efecto lo creerá y confirmará con su comportamiento lo que le hemos dicho que es.

»Se llevó a cabo un experimento con un grupo de mujeres entre las que se identificó a algunas que eran altamente sensibles y se consideraban a sí mismas tímidas (especialmente con hombres) y otras que no lo eran en absoluto. Se les hizo creer que las pruebas en las que iban a participar trataban únicamente de los efectos que el ruido intenso tenía sobre ellas. En el experimento un hombre que desconocía los diferentes caracteres de las mujeres se encerraba en una sala junto a cada una de ellas, charlando y tomando apuntes sobre las mediciones que arrojaba la falsa prueba. Lo interesante es que el hombre les hacía creer a las mujeres que su corazón palpitante y su pulso acelerado eran debidos al ruido que estaban soportando en esos momentos en la cámara. El resultado fue que las mujeres catalogadas como tímidas, que creyeron que su sobreexcitación era debida al ruido, hablaron tanto y con tanta desenvoltura como las mujeres no tímidas. De hecho, el hombre no pudo distinguir por su actitud a unas de otras. Sin embargo, en el mismo experimento se comprobó que cuando las mujeres no podían achacar su sobreexcitación al ruido entonces confirmaban su comportamiento tímido hablando mucho menos y dejando que la conversación fuera dirigida por el hombre.

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»Por todos estos motivos haríamos bien en evitar etiquetar a la gente como "tímida". Podríamos hablar de gente con "incomodidad social", personas que se comportan socialmente de manera no muy hábil. Pero la incomodidad es temporal y hay alternativas. Puedes aguantar la situación, abandonarla, cambiar el ambiente o ponerte una "máscara". Lo que no debes hacer es culparte por ello. De lo que se trata es de gestionar conscientemente la incomodidad y olvidar la idea de que inherentemente te sientes incómodo en situaciones sociales.

»Algunos consejos útiles:
  • Reconocerse a sí mismo que se está sobreexcitado puede ser de gran ayuda.
  • Trata de buscar en los grupos gente que se encuentra igual que tú y nota su mirada de simpatía.
  • A menudo pensamos que la sobreexcitación se nota más de lo que parece. Buena parte de la vida social consiste en un juego de máscaras en el que no se mira demasiado debajo de la superficie. Colocarse una máscara y actuar como todos los demás puede ser una posibilidad.
  • A veces la mejor táctica es explicar tu sobreexcitación (cuando tengo que hablar ante un grupo de desconocidos, al comenzar les digo que sé que sueno un poco tensa pero que en pocos minutos estaré bien).
»Cuando se está un tiempo con otra gente puede ser importante explicar el rasgo de la alta sensibilidad. De esta manera podrás marcharte sin sentirte culpable o permitirte tomarte un respiro sin que te quedes fuera cuando vuelvas. Una vez que mencionas que eres altamente sensible, dependiendo de las palabras que utilices para explicarlo, despertarás dos estereotipos:

a) El de una víctima pasiva, alguien débil y afligido.
b) El de una presencia dotada, profunda y poderosa.

»Cuando tengo que estar con un grupo de gente el día entero o el fin de semana, a menudo explico que necesito mucho tiempo sola. Incluso si soy la única que se va a su habitación temprano y que se va a pasear sola, he aprendido a no generar ni pena ni simpatía, sino a dejar detrás un aire de misterio».

(Extraído del libro La persona altamente sensible, de Elaine Aron)

3 de julio de 2016

Sobreestimulación y miedo

Las personas altamente sensibles tienen un fuerte "Sistema de Inhibición de la Conducta". Elaine Aron prefiere llamarlo "Sistema de Pausa para Chequear" ya que su función es detenerse para dar tiempo a procesar la información antes de decidir seguir adelante o bien abortar la acción. Efectivamente la acción se inhibe con mayor frecuencia con un fuerte sistema de este tipo. Pero eso no quiere decir que el sujeto sea "inhibido", palabra que tiene connotaciones negativas asociadas al miedo a actuar.

Para empezar, en estos casos el sistema nervioso se excita con mayor facilidad ante los estímulos para que así la receptividad al entorno sea mayor. Pero un sistema nervioso sobreestimulado no resulta agradable. Por ello, se preferirá evitar la acción sencillamente porque es molesta. Es lo que sucede con los introvertidos (aquellos que no son tímidos), a los que ciertas maneras de relacionarse con la gente les carga mucho y prefieren dedicar su tiempo a otro tipo de actividades que no les estimulen tanto. En este caso hay una conducta evitativa pero la misma no está motivada por el miedo sino por una preferencia causada por la sobreestimulación (también podría suceder lo contrario, que la acción no fuera lo suficientemente estimulante y que se evitara por puro aburrimiento. Los introvertidos a veces se aburren con cierta gente).

Alguien podría decir que la estimulación nerviosa no es más que una forma de sentir un ligero miedo, aunque sea de forma inadvertida. Si un introvertido se abruma con la gente debe de ser porque está muy pendiente de ella por algún temor, porque teme que en algún momento pueda sentirse amenazado. Existen sin embargo estudios empleando técnicas de imagen por resonancia magnética, que señalan que la excitación de una persona altamente sensible sometida a estímulo social no tiene por qué darse en la parte del cerebro que se encarga de procesar los miedos:
«Es interesante señalar que en nuestro estudio no encontramos evidencias de la activación de la amígdala como respuesta de las personas altamente sensibles a estímulos sociales. Estos resultados sugieren que al menos ante fotografías emocionalmente evocadoras, las personas altamente sensibles no necesariamente activan los procesos emocionales límbicos sino más bien los de orden superior encargados de la consciencia, integración de la información sensorial y planificación de acciones».
Por otra parte, puede ocurrir también que el procesamiento más profundo de la información sensorial lleve a un mejor entendimiento de los peligros en los que se podría incurrir en caso de actuar. Por ello, cuando las cosas no están claras, se comportan de manera más cauta (aunque también sucede al revés: cuando lo ven seguro por el aprendizaje que han hecho de la situación anteriormente, actúan de forma decidida y eficaz).

La cuestión es que la excitación nerviosa no conduce necesariamente al miedo. Éste es un punto crucial de la argumentación de Elaine Aron a la hora de definir el concepto de la alta sensibilidad. No es fácil porque con demasiada frecuencia se asume que lo que gobierna un comportamiento sensible es el miedo. Por ejemplo, en los experimentos con animales se suele llamar "tímidos" a los que muestran un comportamiento más precavido, asumiendo que es el temor y no la decisión basada en una mayor información o la molesta sobreestimulación de la situación lo que motiva el modo en el que actúan.

Hay un artículo en el que se habla de los tres tipos de excitación nerviosa asociados al "Sistema de Inhibición de la Conducta" ("Sistema de Pausa para Chequear") que se han observado en animales:
«1. Sin depredador a la vista, ni indicios del mismo. Sin embargo el animal permanece vigilante para asegurarse de que no hay peligro. Al mismo tiempo comprueba si hay algo nuevo, interesante o prometedor. Realiza un procesamiento meticuloso y concienzudo de la situación. Es un nivel de excitación moderado que induce a poner interés, a prestar atención.
»2. El depredador podría estar presente. En el segundo tipo de excitación el procesamiento intenso lleva a la ansiedad. Es una mezcla entre una parte que quiere permanecer y ver más (quizá incluso avanzar un poco hacia la situación) y otra que dice que esto parece peligroso. Como consecuencia se produce una larga y tensa pausa, acompañada de sensación de miedo. Comportamiento inhibido. Cortisol (hormona del estrés) en sangre.
»3. Depredador a la vista. Alerta roja. La excitación nerviosa conduce al miedo y a las estrategias de supervivencia. Adrenalina, respuesta fisiológica que prepara al animal para la lucha o la huida».

Por lo tanto el primero de los tres tipos de excitación nerviosa no conduce al miedo. Ser alguien altamente sensible no equivale a tener más ansiedad (otra cosa es que entre las personas altamente sensibles se encuentre un mayor número de personas ansiosas debido a su mayor vulnerabilidad a malas experiencias que sufrieron en el pasado).

En términos evolutivos es lógico que así sea porque enseguida hubieran desaparecido los individuos que constantemente sienten miedo. Se perderían demasiadas oportunidades para alimentarse y emparejarse, además del excesivo coste energético que supone.

(Extraído de Ignored No Longer: New Interest in Us, New Theories about Us en el sitio The Highly Sensitive Person y del artículo The highly sensitive brain: an fMRI study of sensory processing sensitivity and response to others´emotions.)